Capítulo 5

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Mi cabeza aún daba vueltas

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Mi cabeza aún daba vueltas. Las palabras de aquel intruso desconocido me habían confundido por completo. En mi mente, aún se reproducían sus palabras: "¿Mi madre, una reina?" No, no podía ser real. Debía de ser un programa de televisión, uno de esos de cámara oculta, donde familiares o amigos le gastaban una broma a la pobre víctima y luego se reían de él o ella por cómo había reaccionado ante esa broma.

No podía ser real, aunque sonaba bastante serio en mi cabeza. Su voz era tranquila y calmada, de ese tipo de voces que te dejaban embelesada o hipnotizada, queriendo escuchar más y más, como si estuviera cantando una dulce nana que te hacía mirarlo, pidiendo con la mirada que continuara hablando. Aun así, mantuve la compostura. Sabía que no debía dejarme influenciar por una voz bonita. Todo esto tenía que ser una broma de mal gusto.

No me gustaba que hubiera mencionado a mis padres de esa manera. Ellos eran trabajadores normales, con empleos normales. Según mi tía, mi madre era jefa de una empresa y mi padre había sido chófer.

Por eso no podía ser cierto que me dijeran que mi madre era la reina de un lugar llamado "Astra" y que poseía poderes mágicos, como si esto fuera una historia de fantasía en lugar de la vida real.

Por ello, fruncí el ceño. Todos me miraron sin comprender por qué tenía esa expresión, pero soltando todo el aire que había contenido y ya más relajada, le dije cruzando los brazos:

—No me parece bien que hagas una broma así, a la ligera. Mis padres han fallecido, y no me gusta que manches su memoria de esa manera. ¿Mi madre reina? ¿Poderes? ¿Te crees que soy idiota? ¡Pues no lo soy! —grité, acompañando mis palabras con un golpe a la mesita que estaba a mi lado. Esto hizo que los presentes dieran marcha atrás, excepto Rick, que seguía estático en su sitio.

"—Si no me crees, allá tú. Eres libre de creer lo que quieras. Corre, sal, no creo que dures dos días en este mundo, niñata. ¿Dices que no respeto a tu madre? Que los dioses se apiaden de mí, porque sí que lo hago, y por eso me estoy encargando de ti, mocosa."

¿Mocosa? Ese imbécil me había llamado ¿mocosa? Ya había perdido toda mi paciencia. Sin dudarlo, me abalancé sobre él, pero me quedé suspendida en el aire, haciendo que mis pies no tocaran el suelo, y mi cuerpo estuviera inmovilizado.

Una sensación de agobio se apoderó de mí. Quería bajar, pero la fuerza me lo impedía, haciendo que empezara a maldecir en voz alta.

Enseguida, las hadas dieron pasos apresurados hacia atrás, como si la idea de verme enfadada no les gustara en absoluto.

Hacen bien, pensé para mis adentros. Era mejor que me dejaran sola cuando estaba enfadada.

Según mi tía, era como una bomba de relojería, arrasaba con todo lo que estaba a mi alrededor sin medir mis acciones ni palabras. Intentaba controlarme en múltiples ocasiones para evitar hacer daño a las personas que estaban a mi alrededor, pero en estos momentos la rabia era tan fuerte que solo sentí unas ganas inmensas de lanzarme hacia él y molerle a puñetazos, sin importar lo que pasara, sin importar las consecuencias. Así era yo, y aunque no me gustaba, en esta situación estaba más que justificado mi mal humor.

La Reina De La Tierra-Primer libro De La Saga: Elementos- (EDITANDO) 2ª VEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora