Capítulo 32

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Me quedé pálida

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Me quedé pálida. Contemplé la puerta que se alzaba ante mí. Estaba nerviosa; nunca había ido al despacho de un director. Sonaba absurdo, pero seguía siendo una estudiante al fin y al cabo. Después de lo sucedido, el director se enteró del atentado que habíamos sufrido. Enseguida llamó a todos los involucrados, incluyéndome. Según me contó Anna, esas reuniones no solo se realizaban con los profesores, sino también con la familia de los afectados, lo que implicaba que iba a ver a los reyes de los cinco reinos. Bueno, cuatro, porque por ley yo era una de las reinas, aunque claramente me negaba a decirlo y menos delante de todos ellos.

Sabía que también había convocado a mi tía Afora, lo que iba a provocar que se volviera loca y tomaría la decisión de que el internado estaba mejor quemado. Era muy extremista. Desde que tengo memoria, no recuerdo ni una sola vez que hubiera llegado a un punto intermedio.

Cuando tenía seis años, estaba jugando en un parque y me caí de un columpio. Al instante, ese columpio quedó destrozado. Mi tía se encargó de destrozarlo delante de todos los que estaban en aquel sitio. Los niños empezaron a llorar. Desde aquel día, tomé la decisión de no volver a pisar un parque en mi vida.

También me habían informado de que iban a venir los familiares de Zorelix. Eso hizo que un terror se apoderara de mí. No quería que sus padres decidieran que no era una buena dueña y me lo quitaran. Eso sí que no lo aguantaría.

Anna estaba a mi lado. Movía los pies con nerviosismo; la preocupación era evidente en sus ojos. Quería preguntarle si estaba bien, pero algo me decía que era mejor que me callara.

Yulen miró a Anna con cierta preocupación, y eso hizo que alzara un poco la ceja. Cuando se percató de mi mirada, cambió su expresión a una neutral. El único que estaba tranquilo era Yulen, pero claro, él se tomaba las cosas de otro modo. Acercándome a Anna, le coloqué mis manos en sus hombros. Esta dio un pequeño salto que hizo que me apartara de inmediato. Su mirada de miedo se incrementó aún más.

Algo le perturbaba. Estaba ansiosa, mirando a todos lados, como si estuviera esperando algo o mejor dicho a alguien. Observé que sus ojos grisáceos mostraban todo lo que en esos instantes sentía, eso hizo que me preocupara por aquella niña. Aún dudaba si era mejor preguntarle si necesitaba hablar, pero su actitud me indicó que no estaba predispuesta a entablar una conversación. Retorciéndose las manos con nerviosismo, acompañado de sus movimientos enérgicos, provocó que el aire empezara a levantarse.

Oí las maldiciones de Yulen y los intentos nefastos de relajación de Fire. Todo era un desastre y la ventisca iba a peor. La puerta se abrió con violencia, haciendo que Anna se pusiera el doble de tensa y se levantara de manera inmediata de la silla donde estaba sentada.

Delante de nosotros estaba el director. Pude escuchar cómo Anna empezó a suspirar aliviada, como si agradeciera que era él y no otra persona.

—Ya estáis aquí, bien... Asia, quiero hablar contigo un momento —ahora fue mi turno de ponerme tensa.

La Reina De La Tierra-Primer libro De La Saga: Elementos- (EDITANDO) 2ª VEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora