Capítulo 41 (EDITADO)

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La niebla era muy espesa

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La niebla era muy espesa. No podía distinguir si era de día o de noche; todo era grisáceo, triste y solitario. Voces resonaban por el bosque, voces de lamento y desesperación. Estaba temblando. El frío era glacial, y no paraba de mirar a todos lados, desesperada, buscando las voces que cada vez parecían estar cerca de mí. Aston me miraba y me sujetaba la mano. Lo observé, y este negó con la cabeza.

—Ignora las voces, ¿quieres que les hagas caso? Es una trampa. —Asentí, pero era difícil.

Las voces taladraban mis oídos, y sus lamentos se me colaban hasta los huesos. Los ojos me picaban, a causa de las lágrimas no derramadas, como si mi cuerpo quisiera llorar por todos los que gritaban con desesperación. Estaba caminando cuando me tropecé con algo. De manera instintiva, coloqué mis manos en un árbol que estaba muerto. Lo sabía porque no sentía su fuerza vital. Pero de golpe, el árbol reaccionó.

Me separé rápidamente de él, y de golpe, pequeñas flores aparecieron en la copa del árbol, como si le hubiera dado vida. Duró poco. Aquel sitio se tragaba cualquier atisbo de vida; era horroroso. De golpe, nuevamente, el árbol murió. Enseguida sentí el sufrimiento del árbol. Tuve que morderme el labio con tanta fuerza para ahogar el grito de dolor que me sacudía por dentro.

Noté un regusto a metal; me había hecho sangre. Aston maldijo y se llevó los dedos a los labios. Vi que también estaba ahogando el grito que quería salir de mí.

—Asia, por favor, ten cuidado... duelo mucho. Intenta no tocar ningún árbol, esta tierra es infértil y está muerta. Si le das vida y luego se la quitan, vas a sufrir mucho, bueno, los dos —una sonrisa se formó en su rostro. Era una sonrisa real, auténtica; Nunca había visto una sonrisa tan bonita.

Entendía su postura; no debía ser fácil sentir el sufrimiento o el dolor de alguien como si lo estuvieras sintiendo tú mismo. Caminamos en silencio. Aston parecía en alerta todo el rato, mirando a su alrededor e incluso olfateó un poco el aire. Su instinto animal se estaba activando en aquel lugar; podía percibir cómo todos sus sentidos estaban en alerta. Andaba con cautela, observando cualquier movimiento, cualquier objeto que estaba alrededor.

Se percató de que lo estaba observando; tampoco es que lo disimulaba. Su ser me atraía de forma inmediata; mis ojos le buscaban continuamente como si necesitara ver su rostro. Un rubor cubrió sus mejillas, y eso hizo que una pequeña sonrisa se posara en mi rostro.

—No tienes que avergonzarte por tu naturaleza —le dije con ternura.

—Claro, es fácil decirlo, pero cuando tienes una compañera que no es más ni menos que un elemental, pues, es normal que te avergüences, ya que bueno, yo soy un simple hombre lobo... —oí la pena en su voz. Me acerqué a él.

No lo veía de ese modo, le quise decir. Quería decirle que pensara que soy mitad humana, que esa parte es más insignificante que el simple hecho de ser un hombre lobo, que por desgracia los humanos son escoria en este mundo.

La Reina De La Tierra-Primer libro De La Saga: Elementos- (EDITANDO) 2ª VEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora