I

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¡𝙳𝚎𝚗𝚕𝚎 𝚖𝚞𝚌𝚑𝚘 𝚊𝚖𝚘𝚛 𝚊 𝚎𝚜𝚝𝚊 𝚑𝚒𝚜𝚝𝚘𝚛𝚒𝚊!

𝙳𝚎 𝚛𝚎𝚙𝚎𝚗𝚝𝚎 𝚜𝚎 𝚟𝚘𝚕𝚟𝚒𝚘́ 𝚕𝚊𝚛𝚐𝚊 𝚎𝚗 𝚟𝚎𝚣 𝚍𝚎 𝚜𝚎𝚛 𝚙𝚊𝚛𝚝𝚎 𝚍𝚎 𝚕𝚊 𝚊𝚗𝚝𝚘𝚕𝚘𝚐𝚒́𝚊.

𝙴𝚜𝚙𝚎𝚛𝚘 𝚕𝚎𝚜 𝚐𝚞𝚜𝚝𝚎!
❤️

Todos tenían oscuros secretos en aquella fiesta. El ambiente era agradable, la música era buena y su trago era bueno, sólo que... No entendía por qué Tony se había molestado en invitarlo. Estaba poniéndose nervioso con tantos invitados alrededor, que palpó su arma en la cintura, solo para tener la seguridad de que seguía ahí. Esperaba no usarla, pero nunca nada mejor que estar prevenido y tener un plan B.

A su alrededor todos tenían acompañantes, esclavos sexuales más bien. Solía estar bastante metido en eso, pero con tantas causas abiertas, había parado un poco, no quería arriesgarse, sin contar que domesticar/adiestrar a un esclavo era una de las cosas más importantes y difíciles del negocio.

De hecho, solía ser él quien adiestraba a las pequeñas mascotas de Tony Stark para que luego las vendiera a precios exorbitantes, y si él hubiera querido hacerse de dinero hubiera emprendido por sí mismo, pero debía admitir que Tony tenía cierto encanto para los negocios. Para él, adiestrar a los esclavos, era un hobby que lo hacía con pasión más que por la ambición del dinero que le generaban.

Hubo un tiempo en que llegó a tener casi veinte chicos y chicas en su mansión en Sokovia, ahora eso era impensado por la cantidad de investigadores que le seguían los pasos, pero le enorgullecía saber que él formó con sus propias manos (y sus propias fustas de cuero) a Steve Rogers.

El hombre lo vio en el balcón del Lux y saludó con una mano, su sonrisa era temblorosa y bajó la mirada rápidamente. Zemo estaba tan complacido, había hecho de Steve un hombre provocador incluso cuando no se lo proponía.

El rubio debía ser su mejor creación: sumiso, pero fuerte. Hábil y resistente, pero con cierto encanto. Y con un rostro angelical, del mismo modo que podía hacer la experiencia atrevida y sensual.

Él realmente fue su mejor exclavo. Por algo Stark se lo había quedado. Era su tipo, y tal vez también el suyo, si tan sólo Steve hubiera tenido el talento de ser tan sádico como Natasha.

Oh, Natasha... Otra perfecta esclava desperdiciada por la salvación.

Lo único que podía criticar de Tony era su hipocresía, del mismo modo en que era siniestro y habilidoso para salir entero de cualquier situación, era un tipo que (muy a diferencia suya) sí tenía escrúpulos.

Básicamente porque llegaba a encariñarse con los esclavos que él les mandaba y luego los colocaba en un pedestal.

Mientras él especulaba sobre todo a su alrededor, Steve bajó y lo saludó, con una solemne reverencia, intentando no sentirse intimidado por Zemo.

—Tony está esperando arriba —murmuró.

—¿Tony? ¿Es así como llamas a tu amo?

—Mi... m-mi amo Anthony está esperando por usted arriba, Barón Zemo.

Empezaron a caminar, mientras Steve lo seguía. Era lo que un esclavo debía hacer, nunca caminar frente a su amo o alguien con más poder que él.

Al llegar a la oficina, Zemo se sentó con Tony al frente, detrás de un escritorio. Se pasaron la mano y Stark comenzó a hablar:

—Hey, compañero. Ha pasado tiempo.

𝘿𝙪𝙡𝙘𝙚 𝘼𝙫𝙚𝙧𝙣𝙤 » 𝘽𝙖𝙧𝙤𝙣𝙒𝙞𝙣𝙩𝙚𝙧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora