XXI

512 63 76
                                    

Jared se recostó en el sillón de la entrada, con su trago en mano y miró la foto de su difunta esposa en su teléfono.

La extrañaba, sí. Ella solía ser su pequeño cable a tierra y desde que falleció ni siquiera confiaba en sí mismo para mantenerse vivo. Mucho menos para criar a su pequeño hijo él solo. Quizá por eso estaba viviendo con su padre de nuevo. Y quizá debido a su inestabilidad, Hartwig estaba metido en uno de los más prestigiosos internados de Italia. Era el país vecino, no había problema en visitas largas por semanas completas y salidas en ocasiones especiales, el niño pasaba buena parte de sus vacaciones junto con él, su padre y sus tíos. Pero él sabía que eso no era suficiente, debía arreglar sus problemas paternales primero antes de moldear su pequeña familia.

Por ahora no se quejaba, Hartwig le enorgullecía, era un niño dulce e inocente, y él definitivamente no podía dejar que se infecte de esta toxicidad en su familia, así que ante el mínimo indicio, llamó temprano al internado y avisó que devolvería a su hijo casi tres días antes del inicio de clases.

—Quiero despedirme del abuelo —dijo su hijo, parado frente a él con su pequeña mochila. A su lado, dos maletas grandes esperaban al chófer. Estaba enojado.

Jared frunció el ceño y apagó el cigarrillo que tenía en sus manos temblorosas.

—Tu abuelo no se siente bien hoy, será mejor que saludes a tus tíos y tomes tus cosas, pequeño —dijo, dando un trago a su bebida—. Yo le diré que le dejaste un abrazo —murmuró. Su tono fue calmado, casi ausente.

Hartwig ya se había despedido de todos excepto de Heinrich, a quien adoraba con devoción por lo que quería decirle lo injusto que eso era. Sin embargo, no lo hizo. Logró percibir ese no-sé-qué que siempre le preocupaba ver en los ojos de su padre y se resistió a ser un niño rebelde y se acercó a él.

—Papá... —murmuró—. ¿Estás bien?

El hombre asintió y lo alzó en su regazo sin muchos problemas. El niño lo miró un momento y se tumbó en su pecho, porque en el fondo sabía que algo estaba ocurriendo con él. Pronto, los brazos de su padre alrededor de su espalda se sintieron tibios y tranquilizadores.

—Te amo, Hart —murmuró Jared.

—Yo también... quería quedarme —dijo el niño.

—No puedes... no ahora —dijo el mayor, seriamente.

—¿Hice algo malo?

Al escuchar a Hartwig preguntar eso, Jared acarició su espalda un poco y soltó su preocupación al fin:

—¿Tu abuelo pidió algún favor estos días? —preguntó suavemente—. Sabes que cualquier cosa que creas fuera de lugar, debes decirme.

—¿De qué hablas?

—Si alguien pide algo inadecuado... ¿me lo dirías?

El niño se levantó de su pecho y lo miró confuso.

—¿Qué se supone que eso significa? ¿Estás preguntando si alguien se propasó conmigo? ¿El abuelo?

—Propasarse quizá sea correcto —dijo Jared, pensándolo bien—. ¿Alguien abusó de tu confianza y amor para hacerte hacer algo malo? Y si es así... fue el abuelo, ¿tal vez?

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 01, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

𝘿𝙪𝙡𝙘𝙚 𝘼𝙫𝙚𝙧𝙣𝙤 » 𝘽𝙖𝙧𝙤𝙣𝙒𝙞𝙣𝙩𝙚𝙧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora