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Luego de un rato Oeznik estaba en la puerta de la habitación de Zemo, viendo como este se arreglaba y empacaba una maleta pequeña.

—¿Lo cree realmente necesario, señor? —murmuró.

Zemo le dirigió una mirada de muerte.

—Oeznik, sé que te preocupas pero no me hagas dudar cuando me ves nervioso, ¡te lo pido por favor!

El pobre anciano asintió inmediatamente.

—¿Qué me ves? ¡Ve a empacar! Si vamos a llegar de sorpresa al menos lleguemos temprano.

—¡Sí, señor! ¡Lo siento mucho, señor Helmut! Prepararé también la maleta de James si usted quiere, no se preocupe.

Zemo le gritó que lo haga rápido y mientras él se iba, con un suspiro, añadió también la libreta soviética.

—¿Amo...? —llamó James cerca de la habitación.

Zemo se apresuró en cerrar la maleta y volteó a verlo.

—¿Estás bien, James?

—Lo estoy, me preguntaba si ahora tienes miedo... de mí —murmuró.

Zemo suspiró y se acercó a él para apretar sus hombros y brazos mirándolo a los ojos, muy de cerca.

—Sé que nunca me lastimarías.

—Jamás —dijo Bucky, mirando sus ojos y boca alternativamente.

Zemo aprovechó para hacer su propuesta al fin.

—Loki está en la ciudad así que debemos irnos a otra parte, ya no es seguro aquí. Y además... ya no actuaremos como amo y esclavo. Al menos no por algún tiempo —dijo con cuidado, y rodeó el cuello de James acercándose a su boca peligrosamente.

—¿Entonces...? —murmuró James, sus narices estaban casi chocando pero Zemo lo engañó ya que lo que hizo fue retirar su collar de esclavo y nada más. ¿Lo estaba liberando?

—Ya no hay restricciones, puedes besarme o acariciarme cuando quieras, siempre y cuando sea prudente —Ante la sorpresa de James, Helmut añadió rápido—: O puedes no hacerlo y tendremos que actuar como ami...

Tuvo que quedarse quieto mientras James lo acorraló cerca de la puerta y lo besó, lo ofuscó con su cuerpo tibio tan cerca de él. Zemo respondió al beso torpemente, pues se encontraba demasiado nervioso y sólo esperó pacientemente a que James se sintiera lo suficientemente satisfecho como para alejarse.

—Amigos no —dijo contundente Bucky.

Las mejillas de Zemo se encendieron, pero le dedicó una mirada analizadora, mientras intentaba trazar su plan de acción con las nuevas preferencias de James.

—Vamos... a visitar personas importantes —dijo, alisando su abrigo y rehuyendo de la mirada del otro—. Quiero que recuerdes todos los modales que te enseñé en la mesa, en las conversaciones, y quiero que por favor recuerdes hablar en el lenguaje autóctono de Sokovia, el que practicamos.

James asintió, pero no quiso preguntar a dónde iban, o mejor dicho, no tuvo oportunidad, puesto que el mayordomo entró a la habitación sin más.

—Está listo el transporte, señor —dijo Oeznik, recogió de la habitación de James dos maletas cargadas y pasó delante de ellos para sacar el bolso de mano y la maleta que Zemo preparó con sus pertenencias.

James corrió a ayudarlo y cargó los cuatro bolsos a la salida, mientras Oeznik traía su propio bolso pequeño con sus cosas. Helmut quedó solo en la habitación un momento y abrió un buró para dejar el collar de Bucky allí. Pero de repente, se detuvo a mirar sus joyas con mucho cuidado.

𝘿𝙪𝙡𝙘𝙚 𝘼𝙫𝙚𝙧𝙣𝙤 » 𝘽𝙖𝙧𝙤𝙣𝙒𝙞𝙣𝙩𝙚𝙧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora