XIV

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—No volveré a hacerte caso jamás.

—Zemo... ¿desde el comienzo de acuerdo? No estoy entendiendo.

—Fuiste tú el del estúpido consejo sobre ser más flexible con James —masculló con enojo.

—Sí —dijo Tony—. Pero, ¿en verdad me hiciste caso?

El barón suspiró con enojo, mientras se vestía frente al espejo: —Pues sí, y todo funcionó demasiado bien.

Su día había comenzado temprano ya que su cabeza estaba muy ocupada en todo lo que sucedió. Durmió muy poco. James aún era esa mascota llena de pulgas, pero la diferencia era que ahora sí lo quería, aunque esa analogía le quedaba corta si pensaba en todo lo que hizo en Hydra.

—De acuerdo, y entonces, ¿cuál es el problema? —preguntó distraídamente, estaba en su mansión, apunto de comenzar con el almuerzo.

Zemo permaneció callado mientras caminaba hacia la cama donde descansaba James, y le dejaba ropa de nieve para la cacería de hoy.

—Anoche, en medio del sexo le dije te amo.

Tony se atragantó con el sándwich y Zemo solo esperó pacientemente a que no muriera asfixiado.

—¿Estás bien?

—Sí, es lo que yo te pregunto —exclamó el otro—. ¿Estás bien, te golpeaste la cabeza?¿Qué mierda pasó? ¿Acaso está amenazándote? La última vez querías devolverlo, dijiste que te golpeó y amordazó.

—Él no me hizo nada —dijo Zemo, rodando los ojos—. Y... no estoy seguro, él me gusta mucho y es... es mutuo, eso creo —titubeó—. Creo que lo necesito conmigo, él tiene algunos problemas con la ley también así que, debo protegerlo.

—¿Qué sucedió con lo de “no podemos permitirnos sentir ese tipo de cariño por los esclavos”?

Tony tenía los ojos muy abiertos del asombro, escuchando cómo Helmut buscaba las palabras y nada salía de su boca.

—¿Qué pasó para que cambiarás tus ideas así?

—Escucha, Tony... solo sé que me gusta su compañía, y...

—Helmut... —cortó Tony, sin saber cómo manejar la situación—. Ellos siempre están embelecidos por la figura de su amo, te ha pasado muchas veces antes, nunca caíste, ¿qué hace a esto diferente?

—Me encariñé, lo siento —murmuró inseguro, mientras cambiaba su teléfono a su otro oído, lejos de James—. Todo es tan confuso ahora, pero... si lo vieras, hay una complicidad y química de la que no quiero despegarme —dijo con sinceridad—. Y juro que me costó entenderlo, pero...

—Y a mi me gusta Steve, pero no lo compré, eso es insensato.

Tony tomó un trago de agua y esperó. El barón acarició la espalda del otro, pensando en eso, manteniendo un prolongado silencio.

—¿Puedes tramitar la compra definitiva o no?

—Zemo por favor, ¿qué estás diciendo? ¿Lo quieres para ti ahora? ¿En verdad?

—Sí, ¿hay un problema con eso? —preguntó, un poco más enojado.

—Escucha amigo, no dejaré que tomes una decisión apresurada, estás a la mitad de tu contrato. Pasaron seis meses, ¿está bien? —Tony se escuchaba nervioso al otro lado del teléfono, Zemo dijo —. Entonces tráelo cuando el contrato acabe y habla con Lucifer, problema solucionado.

—Estoy seguro de esto, no hay ningún problema. ¿Por qué debo hablar con Lucifer? Siempre te encargaste de los contratos tú mismo.

—Oh Dios... —murmuró vagamente Tony, luego de un momento. Stark se mantuvo en silencio, Zemo frunció el ceño notando algo extraño y pareció preocupado por ello.

𝘿𝙪𝙡𝙘𝙚 𝘼𝙫𝙚𝙧𝙣𝙤 » 𝘽𝙖𝙧𝙤𝙣𝙒𝙞𝙣𝙩𝙚𝙧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora