VIII

558 90 75
                                    

James se agachó e intentó quitar el abrojo de sus botas, pero sus manos le fallaron.

Pʀᴏᴋʟʏᴀᴛɪʏᴇ —murmuró. Intentando otra vez, mientras erraba por completo su pie y sus manos tocaban el piso erráticamente.

Zemo se acercó a él, curioso y cauteloso y le sacó el abrigo que traía, dejando su pecho al descubierto. Su esclavo se recostó en la cama, somnoliento, dejando sus botas en el suelo aún.

Sᴘᴀsɪʙᴏ, Mᴏʏ Gᴏsᴘᴏᴅ' —murmuró con un bostezo. Zemo gruñó como si estuviera preguntando y él se tapó la boca de inmediato para reír—. Dije... Gracias. Lo siento.

—¿Desde cuándo el alcohol te trata tan mal, James? —dijo el barón, tomando una pierna de Bucky para dejarla descansar sobre su abdomen, mientras desataba tranquilamente los abrojos y nudos de sus botas.

—No lo sé —rio James, cubriendo sus labios con su mano intentando disimular su risa. Estaba sonrojado y su cabello, ahora más largo debido a los meses que pasó con el barón, le molestaba.

Zemo masajeó su pie mientras reía igualmente por su risueño esclavo.

—¿Qué es lo que te da tanta risa?

Su bota cayó al piso, mientras su pierna era devuelta a su lugar con cuidado, entonces Zemo repitió el proceso con el otro pie.

—Amo... ¿qué fue lo último que bebimos?

—Yo bebí una margarita, tú hidromiel, aunque ahora no estoy seguro —dijo el barón, mientras tomaba ambas piernas y las subía a la cama para arropar a Bucky.

Era claro que James no podía valerse por sí mismo luego de su salida al bar, y quizá fue una mala idea salir con él.

Zemo se apiadó, pensando que lastimosamente esta noche no harían nada, pero le desprendió su cinturón para que durmiera más cómodo y eso de alguna manera dió un mensaje erróneo a James.

—Oh, pensé que ibas a jugar a ser un caballero y me dejarías solo —James se sentó en la cama, mirando a Helmut con ojos somnolientos—. ¿Qué... qué quieres que haga?

Zemo empezó a reír cuando lo escuchó, pero la mano de metal de su esclavo ya estaba envuelta en su muñeca.

—¿Por qué estás tan ebrio? —sonrió Helmut, acariciando un momento su brazo de carne mientras se sentaba en la cama a su lado—. Suéltame, James. No me apetece, quizá mañana.

—Entonces... dame un beso —susurró el otro, como si estuviera contándole un secreto, todavía tenía una sonrisa—. No puedo dormir cuando no lo haces.

Bucky acomodó el cabello apenas largo de Zemo y acarició su tupida barba.

Habían sido meses muy buenos junto al barón. Cada vez eran más cercanos y realmente no entendía por qué Steve le había advertido que Helmut era malo. No lo era para nada.

Una mano subió lentamente hacia la barba de Bucky y acarició con círculos su mejilla. La boca del barón se acercó lentamente, olfateando a James, mientras miraba cómo aquellos ojos decididos se posaban directamente en los suyos.

Bucky esperaba tranquilamente a que lo bese, sabía que Zemo estaba probando si se contenía o no y un paso en falso lo dejaría sin besos o caricias durante toda una semana. Y eso era una tortura, pero estaban trabajando en el control de sus impulsos y eso era algo que James y Zemo ya habían pactado con anterioridad.

Y aunque no quería ser arrogante, empezaba a ser bueno controlándose. Se había hecho la idea de que cada vez que se contenía, algo mejor llegaba y así fue. Cuando Zemo decidió besarlo, sus bocas colisionaron como una supernova llena de emociones viejas y nuevas que podrían dejarle tendido en la cama cuestionándose absolutamente todo.

𝘿𝙪𝙡𝙘𝙚 𝘼𝙫𝙚𝙧𝙣𝙤 » 𝘽𝙖𝙧𝙤𝙣𝙒𝙞𝙣𝙩𝙚𝙧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora