I: SE ACABÓ EL ESPECTÁCULO

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– ¿Qué tal se te presenta el verano?

– Tengo muy poco por hacer– admitió JiMin– mis padres me han dado vía libre para no trabajar. A final de cuentas, este será el último año que voy a ser libre.

– La universidad nos va a consumir– dijo Irene.

– Por eso debemos aprovechar.

En aquel momento, el teléfono de JiMin sonó y el chico atendió al mensaje. Era su último ligue. Era un chico, o más bien un hombre, diez años mayor. No había dicho nada a nadie debido a la diferencia de edad. Sabía que Irene pegaría el grito en el cielo cuando se enterara de que estaba teniendo un lío con un hombre tan mayor.

"¿Quedamos hoy? Puedo pasarte a buscar a las siete, podríamos ir a cenar, luego al cine y luego podrías conocer mi ático"

Cuando leyó aquel mensaje, sonrió. Sí, tenía muchísimas ganas de acostarse con aquel hombre, nunca había estado con alguien mayor y sabía que la diferencia de edad, de experiencia, se iba a notar en la cama. Por no hablar, que aquel hombre tenía un ático donde llevarle y follar con calma. Su último ligue le había llevado a un descampado y le había tapado con una manta sucia que luego le había provocado urticaria en el trasero.

— ¿Por qué estás tan sonriente? ¿Quién te escribe?

— ¡Nadie!

— ¡Oh, venga! ¡Soy tu mejor amiga! ¿No me lo vas a decir?

— No es nada.

La chica le miró mal pero no comentó nada más. Finalmente, a las siete de la tarde, JiMin se hallaba en la puerta de su mansión vestido con unos pantalones vaqueros extremadamente ajustados, camiseta blanca de Gucci y deportivas de Dior. Era un niño rico, no lo iba a negar, pero no era mimado.

Se colocó sus gafas en el pelo, perfectamente peinado y se puso algunos de los collares y anillos de oro que solía llevar. Cuando terminó, vio el coche de su ligue llegar.

La puerta del piloto se abrió y un hombre de treinta años salió, mirándole con descaro. Llevaba el pelo negro, contrastando con su piel blanca, vestía unos pantalones vaqueros negros, con una camiseta blanca.

— ¿No te vas a quedar a conocer mi ático?— preguntó Min YoonGi, cuando JiMin se le acercó.

— Sí, claro que lo voy a conocer.

— Pensé que llevarías ropa de recambio.

El menor soltó una risotada.

— ¿En serio piensas que vamos a estar vestidos?— rodeó su cuello con su brazos— porque yo no tengo intención de cerrar las piernas— susurró, antes de besarle.

Tras aquel beso, se separaron y se metieron en el coche. YoonGi le llevó a un restaurante de comida tradicional coreana, bastante famosa en el lugar.

— Ni te preocupes por la cuenta, yo pago— dijo el chico.

Sabía que JiMin abundaba en dinero y no es que él fuera pobre, pero sí podía hacerse cargo de algunos gastos.

Fueron al cine y escogieron la película, a sabiendas de que no la iban a ver y, antes de que YoonGi pagara, JiMin sacó su tarjeta de crédito.

— No es necesario— dijo YoonGi.

— No es necesario que tú actúes como mi sugar daddy— replicó JiMin— aunque puedes follarme como uno.

Ambos sonrieron y volvieron a besarse. Entraron en la sala de cine y se sentaron atrás del todo, a un lateral. Desde allí, podían ver la película cuando quisieran, pero también podían hacer otras cosas.

Su mejor amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora