Capítulo Uno

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Dedicado a JoaquinaKardashian

 I don't relate to you, I don't relate to you, no, cause I'd never treat me this shitty, you make me hate this city (Happier Than Ever - Billie Eilish)

Junio

Recuerdo la primera vez que lo vi.

Mi habitación estaba únicamente iluminada por los rayos de sol matutinos que se colaban entre las cortinas. No quería levantarme de la cama. No quería soportar otro día.

Me vestí con una ropa cualquiera y bajé las escaleras con cuidado de no matarme en el intento. Era temprano y no quería despertarlo.

Desayuné algo rápido y me dispuse a salir por la puerta principal.

—¿A dónde crees que vas?

Mierda. Había despertado a mi padre. Apareció en las escaleras con una cerveza en la mano.

—Voy a salir a hacer deporte.

—No. Vas a hacerme el desayuno.

Ni siquiera me gustaba hacer deporte, es más, lo odiaba. Pero era la única opción que me quedaba.

No aguantaba a mi padre. Siendo sincera, ni él se aguantaba a sí mismo.

Decidí no pelear con él. Durante mis dieciocho años de vida había llegado a comprender que esa era la mejor opción, no negarle nada. Ser un mueble más de la casa, un robot que estuviera ahí para cumplir sus necesidades y ser insultado de vez en cuando.

Volví a la cocina y preparé el desayuno para mi padre. Café y tostadas.

—Se te han quemado. Eres un maldito desastre. Me das asco. —lo decía con su particular tono agresivo.

Si. Muchos pensaréis que es imposible que un padre hable así a su hija.

Pero, ¿Qué mejor prueba para demostrar que sí, que yo?

Una adolescente, con problemas de salud mental por el constante abuso de su padre. Sin autoestima y con heridas sin sanar que eran golpeadas una y otra vez.

¿Y todo por qué? Le divertiría, supongo. Le divertiría ver como hacía sufrir a su propia hija. Le haría sentir mejor pensar que su mujer lo dejó porque yo era horrible en todos los sentidos y no porque él era un completo idiota .

—¿Puedo irme ya, padre?

—Quítate de mí vista. Eres tan... Tan horrible. Tan desagradable.

A alguien me tenía que parecer, ¿no? Aunque en realidad, yo era completamente igual a mi madre. Solo la recordaba por las fotografías que tenía escondidas en mi habitación, pero tenía las mismas facciones y el mismo pelo castaño que yo. Y los ojos miel, esos eran de mi padre.

Había aprendido a no sentir. Por eso ya ni siquiera me afectaban sus comentarios.

Cuando llevas años escuchando cosas horribles contra tu persona, te acostumbras. Ya no duele.

Salí de casa pocos minutos después.

Caminé hasta llegar a un lugar alejado. Sun Park. Lo había visitado en otras ocasiones, en años anteriores.

Me dejé caer en un banco, admirando las vistas. Ese lugar era realmente bonito.

Me hacía sentir como que no pasaba nada, como que era normal.

Y en realidad lo era. Era una chica completamente normal, pero también completamente perdida.

Había acabado las clases días antes. Por ello, las heridas en mis manos eran algo recientes. Mis notas, aunque eran muy buenas, no habían complacido lo suficiente a mi padre.

RecuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora