Capítulo Cuatro

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                                                       If he's a serial killer, then what's the worst                                                                       what could happen to a girl who's already hurt? I'm already hurt If he's as bad as they say, then I guess I'm cursed (Happiness Is A Butterfly - Lana del Rey)

Mi padre me castigó durante toooda una semana. Una semana que pasé encerrada en casa.

A veces hacía eso, lo de castigarme sin más.

Cuando era niña y lo hacía, pasaba horas en mi habitación. Dibujaba momentos. Momentos que habían ocurrido solo en mi mente, recuerdos falsos que nunca viví.

Nunca recibí un beso de buenas noches, ni un regalo por mi cumpleaños. Y mucho menos un simple "bien hecho".

Esa era mi vida. No tenía recuerdos. Al menos no recuerdos sanos. Y los que tenía, eran de quince años atrás.

Había imaginado tanto que mi mente confundía lo real con lo irreal.

Los dibujos de una Hera de tan solo seis años reflejaban lo que una vez quise ser.

¿Sabéis? Es triste pensar que antes de conocerlo a él no tuve ningún recuerdo que valiera la pena, pero es reconfortante saber que los primeros recuerdos felices de mi vida los había creado junto a él.

Dejando el drama aparte, pasé una semana horrible.

Seguía en contacto con Ian, que cada mañana me mandaba mensajes de ánimo y fotos comiendo helado para darme envidia.

Ian era realmente importante para mí.

Como un pilar que impedía que todo se cayera y se convirtiera en polvo.

Era de esas personas que te obligan a quererlas, a las que tomabas cariño en horas.

Ese viernes por la mañana mi condena había acabado.

Hice mi función de robot.

Preparar el desayuno, no sonreír y salir corriendo de casa.

Emprendí camino a Sun Park con una sonrisa en el rostro.

Cuando llegué, me senté en el banco para esperar a Ian. Me había dicho que vendría. Pero lo esperé por horas y no llegó, así que empecé a preocuparme.

Le envié mil mensajes que no leyó, y lo llamé sin hallar respuesta.

Ya muy preocupada, caminé hasta la heladería. Donde encontré a Robert, con su atuendo de trabajo de cada día.

—Vaya, Hera, ya te echaba de menos. Toda una semana Mhm... sin verte. —dijo.

Noté a Robert algo distraído.

—Si, bueno... ¿Sabes algo de Ian? Es que le he dejado varios mensajes y llamadas...

—Ian no se encuentra del todo bien hoy. Le debió sentar mal la cena anoche.

—Oh... ¿Podría verlo?

—Está arriba, pero creo que debería... descansar ¿Quieres algo, preciosa? Invita la casa.

—Si insistes, de chocolate por favor.

—Marchando —canturreó.

Pocos segundos después me entregó una tarrina de helado de chocolate.

—Gracias, Robert. Dile a Ian que he estado aquí, y que se mejore, por favor.

—No me queda más remedio que decírselo.

RecuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora