We could get lost in the purple rain, talk about the good old days, we could get high on some pink champagne. Baby, let me count the waves, let me love you like a woman, let me hold you like a baby (Let Me Love You Like A Woman - Lana del Rey)
¿Alguna vez te has parado a pensar lo ajena que es el resto de la población a tus propios problemas?
Era justo lo que pensaba en ese momento.
Cuando caminaba por la calle todo el mundo parecía normal.
Reían, los niños jugaban en los parques y los ancianos daban pan a las palomas.
Y nadie parecía darse cuenta cuando la señora que tenían al lado en la cola del supermercado estaba triste porque se había despeinado nada más salir de la peluquería, o que ese anciano que alimentaba palomas se sentía extremadamente solo.
Nadie sabía lo que había detrás, sin embargo, todos juzgaban.
Estaba sentada en el alféizar interior de la ventana, observando la calle de abajo. Ya no se veía nada. La calle estaba oscura.
A veces, simplemente no podía evitarlo.
Me sentaba ahí por horas. Ni siquiera soltaba una sola lágrima.
No lo hacía porque ya no podía.
Y tampoco quería.
Ir al psicólogo me estaba ayudando bastante. No significaba que el trauma hubiera desaparecido, o que lo hubiera superado. Solo lo tenía menos presente. Al fin y al cabo, habían sido años de maltrato y un mes de recuperación. Tenía tiempo para hacerlo.
En dos semanas había visto a Ian unas tres veces.
Teniendo en cuenta que durante más de dos meses nos vimos casi cada día, era bastante raro.
Yo estaba ocupada con el papeleo de la universidad. Me hacía pensar en otra cosa.
Ian, simplemente ha estado algo ausente.
Salí de compras con Bri para comprar un vestido para la boda.
Si no acompañaba a Ian, me sentiría culpable.
Quedaban dos semanas para la boda, pero el tenerlo preparado hacía que se sintiera como si quedaran horas.
No les mentiré, pasé horas esperando junto a la puerta, por si Ian venía a visitarme. Pasé por la heladería, pero al preguntar Robert me comentó que había salido.
Así que pensé que igual necesitaba estar solo unos días.
Yo sabía que él no estaba bien.
Quería ayudarlo, pero no podía hacer nada que él no quisiera.
Si él no quería mi ayuda, no me quedaba más opción que ver como Ian se apagaba cada vez más.
Me sorprendió escuchar el timbre.
Me obligué a dejar de mirar a través de la ventana para ir a abrir.
Al encender el móvil me sorprendió que fueran casi las dos de la mañana.
Ni siquiera había cenado. ¿Había pasado tanto tiempo solo mirando por la ventana?
¿Quién llamaba a estas horas?
Igual era mi abuela, con la que, por cierto, había coincidido varias veces, pero nada más fuera de eso. Era una mujer bastante cálida, pero ninguna de las dos habíamos puesto de nuestra parte en conocernos.
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Recuerdo
Novela Juvenil¿Acaso se puede vivir sin recuerdos? Hera creía que sí. De hecho llevaba viviendo así toda su vida. Hasta que él llegó. Desde el primer momento supo que algo cambiaría. Que crearían recuerdos juntos. Que alguien por fin la sacaría de ese agujero en...