I had all then most of you, some and now none of you, take me back to the night we met. I don't know what i'm supposed to do haunted by the ghost of you (The Night We Met - Lord Huron)
No sabía muy bien en qué momento nos habían echado del hotel. Había estado durmiendo mientras todo ocurría, Ian se encargó de eso.
Habíamos vuelto de dar un paseo la segunda noche, y yo, que estaba cansada, fui directamente a dormir.
Cuando desperté, estaba en los brazos de Ian, que a su vez iba cargado de maletas.
Lo único que había conseguido entender —había un ambiente tenso, no se intercambiaban muchas palabras— era que Brianna, que se había quedado en la fiesta de la piscina, había empezado una pelea con una chica, no sabía el motivo. Pero ambas estaban borrachas, y terminaron pegando juntas a un guardia.
El hotel decidió echarnos esa misma noche, a los cuatro. Oliver estaba realmente enfadado, Ian solo se veía cansado y yo tenía demasiado sueño como para opinar.
Brianna estaba avergonzada y muy borracha, así que no hacía nada.
—¿Y qué se supone que vamos a hacer ahora? —preguntó Ian. Yo estaba aferrada a su cuerpo, buscando algún sitio donde descansar. Él me pasaba el brazo por la cintura, a modo protector.
—Volvamos a casa, por favor. Solo quiero dormir.
—Lo estarías haciendo si no fuera por la idiota de mi hermana. No es tan fácil, Hera. Tenemos que cambiar los billetes. Y esperar a que haya un avión hacia Belsville.
Terminamos sentados en un banco, en el aeropuerto, usando las mochilas como almohadas.
Esperamos así por más de trece horas, haciendo turnos para dormir y alimentándonos a base de café y patatas fritas.
De vez en cuando, Ian contaba uno de sus chistes.
A la sexta hora, Oliver ya no se veía enfadado, sino triste. Se había dedicado a hacerme trencitas en el pelo mientras yo dormía en sus piernas.
Bri, por su parte, estaba dormida en su asiento. No dijo una sola palabra en todo el tiempo, ni siquiera cuando por fin subimos al avión.
Estaba claro que todos iban a volverme loca algún día.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Mi cuerpo notaba la falta de ejercicio en varios días, y pedía a gritos entrenar.
Por alguna razón, se me hacía adictivo, pero por otra parte odiaba el deporte. Sudar, hacer esfuerzo físico. Algo que no iba conmigo, pero se había vuelto algo familiar, imprescindible en mi vida.
Salí al gimnasio con Oliver, que ya estaba algo más calmado.
Estuvimos dos horas, y después pasé por casa de mi abuela, a saludar. Insistió en que me quedara a merendar, unas palmeras de chocolate caseras. Regina estaba ahí, viendo una novela en la televisión.
—Abuela, estoy agotada. Debería ducharme.
—Hija, si es que no comes nada. Mírate, estás en los huesos.
—Es mi metabolismo. Siempre he estado así.
—Bueno, pues llévatela a tu casa, para después de la ducha.
—Está bien. Gracias, abuela. —Le dejé un beso en su mejilla, nos despedimos y volví a mi piso, agotada.
Me metí en la ducha. El agua resbalaba por mi cuerpo, llevándose todo el sudor.
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Recuerdo
Fiksi Remaja¿Acaso se puede vivir sin recuerdos? Hera creía que sí. De hecho llevaba viviendo así toda su vida. Hasta que él llegó. Desde el primer momento supo que algo cambiaría. Que crearían recuerdos juntos. Que alguien por fin la sacaría de ese agujero en...