Capítulo Seis

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  When the night was full of terror and your eyes were filled with tears (The Night We Met - Lord Huron)

Me senté sobre el colchón y observé la oscuridad de la habitación.

No podía dormir.

No sabía si tenía miedo.

Pero si sabía que nada más cerrar los ojos veía la imagen de mi padre frente a mí.

Había pasado el día con la familia de Ian.

Su madre se ofreció a comprarme un cepillo de dientes y su padre me pareció muy agradable.

Robert no dijo nada, solo sonrió.

Y Amelia era realmente adorable.

Se había encariñado conmigo y estuvimos unas horas jugando juntas.

Ian no me había dejado sola en ningún momento, excepto en ese.

Intentaba calmarme.

Con las mejillas húmedas por las lágrimas, él corazón acelerado y la respiración agitada intentaba llorar en silencio.

Habían sido muchos años aguantando.

Ante el ataque de ansiedad lo único que pude hacer fue sentarme en esa cama e imaginar que la oscuridad era el mar.

Juraría que hasta podía escuchar el sonido de las olas.

No quería molestar más a Ian. No quería preocuparlo. Pero de verdad lo necesitaba en ese momento.

Necesitaba volver a escuchar que todo estaría bien y que nadie volvería a ponerme un dedo encima.

Aun hiperventilando y temblando coloqué mi mano sobre el manillar de la puerta de la habitación de Ian.

Cerré los ojos con fuerza a la vez la abrí.

El chico estaba en la ventana, fumando.

Se giró hacia mí al instante y pude ver sus ojos únicamente iluminados por la luz de la luna

Supongo que ahí fue cuando me sentí atraída por él por primera vez.

Soltó el cigarro de inmediato y no hicieron falta las palabras.

Ian caminó hasta mí, cerró la puerta y se tumbó sobre su cama.

Yo me tumbé a su lado, intentando controlar mi respiración.

Ian me limpió el sudor de la frente con su camiseta y retiró las lágrimas con su pulgar.

Lo noté más calmado que nunca.

Como si su cuerpo estuviera ahí pero su mente estuviera en otro lado.

—¿Sabes dónde cuelga Superman su supercapa?

—No tengo el placer de saberlo. —Sonreí entre lágrimas

—En superchero.

Intenté ahogar una carcajada que hubiera despertado a toda su familia si no fuera porque Ian me tapó la boca con la mano.

—Vas a despertar a todos, tontita.

—Pues no me hagas reír, tontito.

—¿No podías dormir?

—Tengo miedo.

—¿De qué?

—¿Sabes que eres mi primer y único amigo?

—Hera, intenta dormir un poco. Es tarde.

—No, me vuelvo a mi cama. Me muevo mucho mientras duermo y no quiero sacarte el páncreas de una patada voladora.

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