I don't care if it hurts
I wanna have control
I want a perfect body
I want a perfect soul
I want you to notice
When I'm not around
So fuckin' special
I wish I was special
(Creep - Radiohead)Olvido. Acción involuntaria que consiste en dejar de recordar.
Es algo inevitable. Siempre acaba llegando, de una forma u otra.
Parecía algo tan sencillo. Y sin embargo llevaba años atormentándome.
Hubiera dado tanto por olvidar, por superar.
No podía hacerlo. Odiaba cada parte de mi ser que no era capaz de dejarse llevar, de olvidar. La parte que recurría a situaciones extremas para castigarme por aquello.
A veces el sufrimiento se decanta hasta volverse devastador, insoportable.
Duele. Duele mucho.
Gritos. Gritos que solo yo escuchaba, retumbaban en mi pecho, haciendo que ardiera la piel.
Anhelaba ese sentimiento de saber que el momento que estás viviendo será un recuerdo de calidad en algún momento, algo que recordarás para siempre.
Ni siquiera sabía muy bien qué me ocurría. Tenía motivos para estar triste, sí. Pero no para sentirme sola.
Tenía mucho que olvidar, supongo.
Palizas, sangre, palabras, colapsos, pánico.
Mi vida era un bucle. Estaba destinada a tener que olvidar.
Lo peor de todo era la soledad que sentía a pesar de estar rodeada de gente. Todos parecían entenderme, pero en realidad no eran conscientes de lo mucho que llevaba dentro. Eso lo sufría yo, cada día. Llorando en mi habitación cada noche hasta dormirme, odiando la imagen que me devolvía el espejo. Nadie podía hacer nada por mí. Solo yo podía hacerlo.
Esas cosas estaban en mi cabeza y yo sola, debía luchar contra cada una de esas ideas hasta empujarlas al lugar de mi mente donde se almacenaban los recuerdos olvidados, las inseguridades y los miedos.
Solo tú puedes salvarte. Sí, quizás alguien puede ayudarte, pero a la hora de la verdad, tú tendrás que luchar con tus miedos, con tus inseguridades, con tus recuerdos y con tus olvidos.
Porque solo así, enfrentándote a tus demonios, se olvida.
Hay muchísimas formas de desahogarse, de sacarlos afuera.
La mía era sentarme delante del portátil cada día, y expulsarlo todo. Y esta es mi prueba. Aquí están mis demonios, mis fortalezas, mis debilidades, mis logros, mis caídas, mis recuerdos.
Pero no mis olvidos. A esos aún no he llegado. Confío que algún día pueda de verdad escribir sobre eso, pero no ahora. Porque por mucho que quiera hacerlo, quizás no debo.
Porque cada una de esas experiencias, por más horribles que fueran, forman la persona que soy ahora. Con mis defectos, pero la forman. Y sí, puedo sentirme orgullosa de quién soy.
Creo que merecéis saber qué pasó después. Aquí va.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Segundo colapso del día. Desperté de nuevo en el hospital. Sentía de manera extraña la ropa sobre mi cuerpo. Como si la tela pesara mucho más sobre este. Me sentía pesada, mi cabeza estaba completamente nublada. Cada vez que intentaba pensar, sentía un dolor agudo en la sien que me aterraba.
El efecto del calmante se estaba pasando, y yo estaba devastada. Aun así, me incorporé en la cama para encontrar a Oliver, que me miraba preocupado. A su lado se encontraba Robert, con una sonrisa triste.
—¿Cómo está?
Sabían a qué me refería. Ambos.
—¿En serio es eso lo que te preocupa ahora? —preguntó Oliver, sorprendido.
—Me arde el cerebro y creo que moriré de ataque al corazón si no me dices que Ian está bien, Oliver. Así que, por favor, te lo suplico. Dime cómo está.
—Está estable. Y despierto. Me ha mandado a ver como estabas, y obviamente también he venido para darte las gracias, Hera. Si no fuera por ti, Ian hubiera muerto.
—Llevadme con él, por favor.
No quisieron llevarme la contraria. Con un dolor de cabeza que nunca había sentido, me llevaron hacia la puerta de su habitación. Había recorrido de nuevo el hospital gracias a que se las apañaron para llevarme hasta la puerta sin que yo tuviera que tocar el suelo. Se estuvieron turnando para llevarme en su espalda, creo. No lo sé, me dolía demasiado la cabeza.
Al abrir la puerta, enseguida pude ver a Ian tumbado sobre la cama. Al escuchar el sonido de la puerta, se incorporó de inmediato con una mueca de dolor y la cara de preocupación más real que haya visto en mi vida.
—¿Cómo está? —Preguntó.
Bajé de la espalda de Robert y caminé hacia él vestida con el pijama del hospital. Ellos se fueron, dejándonos solos.
A veces no es la atracción física, sino la mental. Te enamoras de cómo te habla, de sus pensamientos, de sus libertades, de sus gustos, de la manera en la que te mira, de toda su forma de ser. Te atrapa y es de donde no quieres irte jamás.
No solía enamorarme. Pero me enamoré de ti. A veces se me olvida el porqué. Ni siquiera parecías mi tipo.
Esto es gracioso. Porque el ''tipo'' de alguien está caracterizado por las cosas de las que ese alguien se enamora. Y yo solo me enamoré de ti.
Así que, en resumen, mi tipo eres exactamente tú, Ian
Avancé hasta llegar a su lado sin despegar mis ojos de los suyos.
Lo había visto muerto, inerte. Había visto la vida dejando su cuerpo y ahora podía escuchar su respiración acelerada a mi lado.
Ni siquiera hicieron falta las palabras. Me recosté a su lado y él me cubrió con la sábana. La suavidad y calor de esta me acogieron.
Ian me atrapó con sus brazos en un abrazo fuerte, cómodo. Apoyé la cabeza en su pecho con cuidado. Lo último que quería era hacerle daño.
Y lloré. Como no lo había hecho nunca. Lloré empapando su pijama con la protección de su cuerpo, con una de sus manos acariciando mi cabello enredado y la otra sosteniendo mi cintura cerca de él.
—Ya está, ya ha pasado. —susurró en mi oído.
Su voz me hizo llorar más. Había pasado tanto miedo por él.
—Mírame. Estoy bien, Hera. No tienes que llorar, estoy contigo y no me ha pasado nada.
Aparté la cabeza de su pecho y lo miré. Tenía los ojos llenos de lágrimas, el pelo revuelto. Me miraba con una intensidad que dolía. Estábamos muy cerca. Dejó un beso en mi mejilla.
—Cuidado, puedes hacerte daño. -dije, aun entre lágrimas.
—La cicatriz está en el abdomen, no en los labios.
—Idiota. —reí entre lágrimas.
—Voy a besarte.
—¿Qué?
Acortó la distancia entre nuestros labios y sentí esa suavidad tan característica. El picor en las palmas de las manos, en las plantas de los pies.
No sabría decir cuánto duró ese beso. Pero se sintió eterno. Nunca me cansaré de decir lo bien que besaba Ian. O quizás era la facilidad con la que nos complementamos. Mi mano encajaba perfectamente en la suya, al igual que los labios.
Estábamos tumbados en esa cama, Ian jugaba con mis dedos. De repente, lo veía todo mucho más claro.
No quería recuperar la relación con mi madre, pero quería que mi hermano supiera que tenía una hermana. Ian había aceptado irse a vivir conmigo. Ni siquiera sabía qué éramos. Tampoco hacía falta. Algo en mí decía que saldría bien.
—Estoy harto de esa frase de "si no te quieres a ti mismo, no puedes querer a alguien más". Es mentira. nunca me quise a mí mismo, ¿pero a ti? joder, a ti te quiero tanto que he olvidado cómo se sentía odiarme.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
ESTÁS LEYENDO
Recuerdo
Teen Fiction¿Acaso se puede vivir sin recuerdos? Hera creía que sí. De hecho llevaba viviendo así toda su vida. Hasta que él llegó. Desde el primer momento supo que algo cambiaría. Que crearían recuerdos juntos. Que alguien por fin la sacaría de ese agujero en...