• 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐈𝐕

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El silencio de la habitación solo era interrumpido por el murmullo de las páginas de los libros al cambiar de hoja

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El silencio de la habitación solo era interrumpido por el murmullo de las páginas de los libros al cambiar de hoja. Desde que se habían sentado en el sofá ninguno había levantado cabeza de sus respectivas lecturas, inmersos en la calma que era para ambos volver a tener a su compañero de lectura. Se habían reencontrado, ya no había una celda de por medio entre ellos y ambos tenían las emociones a flor de piel por mucho que intentarán ocultarlo.

—¿Cómo decías que se llamaba este escritor?

La mujer pasó la página de su libro sin quitar su mirada del relato que estaba leyendo.

—William Shakespeare.

—Shakespeare. —Repitió el príncipe volviendo a posar su mirada en el libro y luego otra vez a los ojos de la mortal. —Debo reconocer que para ser un midgardiano, su libro despierta mi curiosidad. —Las comisuras de sus labios se curaron ligeramente en señal de emoción. —La historia es fascinante.

Alexandra dejó escapar una risilla, negando con la cabeza por la actitud del dios.

—Me alegra saber que tu irracional opinión respecto a la literatura humana puede cambiar. —Dijo ella.

—Mortal. No cantes victoria aún. —Sentenció Loki prosiguiendo su lectura.

—Eso ya lo veremos. —Dijo la joven con soberbia, dejando el libro que sostenía entre sus manos en la mesilla junto al sofá. —¡Confío plenamente en Macbeth para hacerte cambiar de opinión!

El dios frunció el ceño ante sus palabras, pues la mujer no iba mal encaminada.

Llevaba leído casi la mitad del libro y hasta la fecha no había encontrado nada que le desagradara ni que apelara a su favor. En algún punto de la noche tras cenar, le había insinuado a la mortal o mejor dicho afirmado, que la literatura midgardiana era en su opinión primitiva, tosca y vulgar. Y lamentaba su despiste, a la hora de no llevarse ningún libro asgardiano a Midgard para entretenerse. Aquello fue un grave error por su parte, en un abrir y cerrar de ojos se vio sentado en el sofá del salón, con la joven rebuscando entre el notable número de estanterías repletas de libros que había en el fondo de la estancia.

Minutos después, Alexandra le extendió un libro y prácticamente le había obligado a leerse las primera páginas, alegando que conseguiría cambiar su nefasta opinión. Él se negó rotundamente al principio y sin embargo acabó cediendo, rendido ante la combinación de su molesta insistencia y esa mirada asesina que revolvía su estómago.

—Cuando termines ese, te prestare uno de Lovecraft, me gustaría conocer tu opinión sobre los dioses primigenios.

—¿Dioses primigenios? —Indago Loki confundido. Alexandra sólo sonrió cómo respuesta dejándole con las dudas y carcomiendo su curiosidad por la literatura midgardiana

The God of Stories •|Loki Laufeyson|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora