❝𝐒𝐮 𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐩𝐨𝐫 𝐞́𝐥 𝐥𝐚 𝐡𝐚𝐜𝐢𝐚 𝐩𝐞𝐥𝐢𝐠𝐫𝐨𝐬𝐚❞ | Tras debilitarse el hechizo, que Odín impuso a Loki al desterrarlo a Midgard. El dios de las mentiras resurje en el centro de Londres dando se cuenta de que ha vivido como un simple h...
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El apartamento estaba a veinte minutos de la universidad. Tom sonreía de oreja a oreja, había pasado por el supermercado más cercano y ya tenía toda la comida necesaria para aquella tarde.
Solo faltaba alquilar unas películas. Se hizo una nota mental de posibles títulos que no hubieran visto aún y aceleró el paso. Le encantaba pasar tiempo con su novia, no faltaba mucho para que cumplieran los dos años de relación y Alexandra era lo único que tenía y necesitaba en la vida.
Se habían conocido en extrañas circunstancias en un accidente del que él no recordaba nada, ni parecía que fuera a hacerlo nunca. Aunque eran completos extraños, ella no había dudado en prestar su ayuda y amabilidad. Alexandra podría verse por fuera como una persona distante y seria, pero cuando entraba en confianza no podía esconder ese lado dulce y de buen corazón que tenía, ambos lados de ella le resultaban encantadores.
Era feliz al lado de ella. Incluso si no recordaba nada antes del accidente, Tom sentía que no lo necesitaba. Cada vez, que esa calidez se apoderaba de su pecho al estar con ella, algo dentro de él sabía que estaba en el lugar correcto. No necesitaba nada más, que a la azabache en su vida alegrando sus días con su peculiar forma de ser.
Era feliz.
Oh lo estaba. Hasta que un terrible dolor, le recorrió la parte posterior del cuello hasta la frente, obligándole a detenerse en seco. Soltó las bolsas, llevándose las manos a la cabeza, en extrema agonía.
El dolor era insoportable. ¿Qué le estaba ocurriendo? Nunca había experimentado tal agonía, era como si le desgarraran la cabeza de dentro hacia afuera. Grito de dolor, mientras se apoyaba en la pared. Respiró hondo intentando centrarse, a pesar del tormento, debía hacer un esfuerzo para llamar a Alexandra. A duras penas cogió el móvil del bolsillo derecho del pantalón, respiraba cortadamente y concentrarse era cada vez más difícil.
Intentó llamarla, pero ella no lo cogió. Lo intentó una segunda vez, pero el teléfono se le resbaló de las manos antes de llegar a pulsar el boton. Con una mano apoyada en la pared hizo el esfuerzo de agarrar el aparato, todo le daba vueltas y el dolor no cesaba. Entonces, su visión comenzó a fallar.
Todo empezó a oscurecerse de a poco y sintió que el aire le faltaba. Su cabeza empezó a inundarse de miles de recuerdos y de sentimientos que no le estaban gustando. Empezaba a sentirse rabioso en medio de todo ese caos mental, que se estaba apoderando de él.
Empezaba a recordar... A recordar quien era él en verdad. Y a medida que esos recuerdos, esa vida que ya no sentía como suya regresaba, su memoria como el ser que era en ese instante, se desvanecia.
──Por favor... Ahora no... ──Sus palabras fueron como susurros de lamento y agonía. La oscuridad empezaba a consumirle, daba igual cuanto luchará para mantenerse despierto. ──Alexandra...
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