❝𝐒𝐮 𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐩𝐨𝐫 𝐞́𝐥 𝐥𝐚 𝐡𝐚𝐜𝐢𝐚 𝐩𝐞𝐥𝐢𝐠𝐫𝐨𝐬𝐚❞ | Tras debilitarse el hechizo, que Odín impuso a Loki al desterrarlo a Midgard. El dios de las mentiras resurje en el centro de Londres dando se cuenta de que ha vivido como un simple h...
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Ya era más de mediodía cuando Alexandra salió de la biblioteca personal de la realeza asgardiana, que era lo mismo que decir la biblioteca de la reina Frigga y su hijo predilecto el príncipe Loki. Pues eran ellos dos los únicos, que solían visitar la enorme estancia dedicada almacenar todo el conocimiento de los nueve reinos.
En sus manos se encontraban varios libros que habían llamado su atención, sin embargo fue grande la frustración de la joven al intentar leer cada libro que había cogido por curiosidad y ver que no entendía las palabras.
──¿Cómo es posible? ──Había gruñido molesta en más de una ocasión. ──¡Entiendo lo que dicen y no soy capaz de leer esto!
Se había pasado horas en la biblioteca, intentando encontrar una explicación lógica a porque comprendía a los asgardianos pero no sus libros.
Los había examinado detenidamente y haciendo uso de sus conocimientos había podido averiguar que la escritura era una enrevesada mezcla de lo que parecía; nórdico antiguo, inglés antiguo e islandés antiguo, combinado con algo de sueco. También se podía hallar partes en alfabeto rúnico, que se parecía bastante aunque con variaciones al futhark antiguo, usado para escribir en protonórdico. Por lo que a menos que encontrara de causalidad una piedra rosetta versión alienígena en algún rincón del palacio. Tendría que exprimirse considerablemente el cerebro y hacer memoria en lenguas antiguas para llegar a traducir los libros.
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Un bostezo escapó de sus labios. Apenas había pegado ojo esa noche, demasiadas cosas rondando en su cabeza. Cuanto vio que los rayos de sol empezaron a colarse por las cortinas del ventanal de su habitación, decidió salir a recorrer el palacio. De casualidad se encontró a la reina que iba de camino a cuidar su jardín. Estuvieron hablando por un rato mientras desayunaban y aunque Alexandra se sentía incómoda con el trato tan maternal que Frigga le brindaba, encontró beneficioso aquello.
La aesir le había comentado que si quería estudiar su cultura, tenía la biblioteca a su disposición y además, mandaría una sirvienta a sus aposentos a dejar ropa nueva cada día.
──No debería tomarse tantas molestias Reina Frigga. ──Había dicho a la monarca al verla ordenar a varias doncellas buscar ropa que se ajustara al tamaño y figura de la mortal. ──No creo que me quede mucho tiempo.
