• 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐈𝐈𝐈

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Palacio de Valaskjalf, Asgard

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Palacio de Valaskjalf, Asgard.

Seis horas antes.

Un sutil bostezo escapó de sus labios. Los ojos se le entrecerraron por unos segundos y el libro de hechizos que sostenía entre las manos se resbaló.
El cansancio se reflejaba notoriamente en su rostro, ¿Cuánto llevaba sin dormir? ¿Sin descansar en condiciones? Loki había perdido la cuenta y aquello obviamente empezaba a pasarle factura.

Maldijo por lo bajo al notar como su cabeza se iba para delante de forma inconsciente. Presionó el puente de su nariz, en un vago intento de volver a centrarse y continuar estudiando aquellos hechizos de magia, más fue en vano. A los cinco minutos de proseguir su lectura, sus ojos volvieron a cerrarse.

Gruñó exasperado al darse cuenta de que había cerrado los párpados posiblemente más de un minuto. ¡No podía seguir así!

Se levantó del asiento de cuero donde había permanecido las últimas cinco horas y dejó el libro en la mesilla de madera situada al lado con algo de brusquedad. El joven príncipe se encaminó hasta el baño de su habitación con la intención de refrescarse la cara, con la esperanza de despertar sus sentidos de una buena vez, sino, nunca podría terminar el libro y poner en práctica sus hechizos.

Y aquello era de vital importancia para él en esos momentos.

Abrió el grifo y el agua fría no tardó en aparecer, se llevó una pequeña cantidad de agua al rostro, pero al ser un Jotun, no es que el frío hiciera mucho efecto en él. Dejó escapar un suspiro de cansancio y no pudo evitar observar su reflejo en el gran espejo situado frente a él.

Apretó la mandíbula bajando el rostro, evitando verse a sí mismo directamente. Le resultaba insoportable mirar su reflejo. Aunque por fuera su aspecto se observara igual al de un aesir; igual a su madre, Thor y Odín.

Loki era consciente de que aquello solo era otra ilusión, solo una máscara para no mostrar al monstruo que en verdad era, el monstruo con el que los padres atormentaban a los niños asgardianos por las noches

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Loki era consciente de que aquello solo era otra ilusión, solo una máscara para no mostrar al monstruo que en verdad era, el monstruo con el que los padres atormentaban a los niños asgardianos por las noches. Apretó sus manos formando un puño, consumido por esa sensación de asco y odio hacia sí mismo por ser así; había nacido siendo un monstruo y moriría como tal... Ni siquiera su intento de acabar con su propia especie años atrás, le había dado la oportunidad de demostrar que no era como ellos, que era digno de vivir entre los asgardianos y ostentar su título como príncipe, que también podía ser como los aesir.

The God of Stories •|Loki Laufeyson|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora