• 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐗𝐕

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Tras la partida de unos desolados Thor y Jane

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Tras la partida de unos desolados Thor y Jane. Odín hizo aparecer a Gungnir en su mano como señal de advertencia hacia su hijo menor de que se lo pensara dos veces antes de intentar alguno de sus trucos. Alexandra empuñaba la daga sin miedo alguno. Una ola de fervor y adrenalina corrió por sus venas, poseyéndola, revelando una naturaleza que empezaba a asimilar como una aliada en situaciones desesperadas, más que algo por lo que sentir temor. Ya tendría tiempo de cuestionarse, que estaba sucediendo con ella, cuando el joven príncipe no corriera peligro.

—Nunca debí permitir que escaparas de esa prisión. —El monarca alzó el rostro con autoridad. Su mirada pasó de Loki a Alexandra. —Le di la oportunidad que me pediste y mira lo que hizo. Escapó. ¿Como pretendes, que confié en alguien como él?

—¿Qué sabrás tú de confianza? Mi vida se construyó a partir de la maldita mentira que creaste. —Ladró Loki situándose junto a Alexandra protectoramente. —Asique perdona si no dudé en irme, cuando cambiaste mi celda por una más grande.

Odín gruño, el sonido casi se asemejaba al de un gran perro rabioso.

—Te di un hogar, una familia. ¿Y así me lo agradeces?

Una risa impregnada de amargura y odio retumbó por toda la sala. La arqueóloga pudo sentir como se estrujaba su corazón por Loki, por el dolor escondido, que maquillaba tras esa mirada feroz hacia el hombre que le crió.

—¿Hogar? ¿Familia? Nunca dejaste, que gozará de nada de eso. —Apretó los puños con fuerza. —Siempre dándome largas miradas de desaprobación. Haciéndome menos, cuando sabes perfectamente que soy mejor que Thor en muchas cosas. Impidiendo durante años a madre que me enseñara magia, porque creías que era demasiado débil. —De forma inconsciente el cuerpo de Loki empezó a temblar de pura rabia. —¿De verdad esperas, que te agradezca por mil años de sufrimiento innecesario?

—¡Intentaba protegerte! —Grito Odín en un arrebato.

—¡Mentira! —Grito Loki en respuesta. —Tú solo querías asegurarte de que no llegara a ser más que un trofeo escondido en tú cámara de los horrores.

Ambos hombres se mantuvieron la mirada. La tensión, el dolor y la rabia se palpaban en cada respiración, ni siquiera Alexandra se atrevía a romper ese sepulcral silencio tras sus gritos. La arqueóloga deseaba agarrar a Loki, envolverlo en sus brazos, calmar los espasmos de su cuerpo y susurrarle al oído, que era suficiente. Para ella siempre sería suficiente. Sin embargo, se había dado demasiadas veces contra el suelo como para saber, que toda acción en ese momento sería rechazada con miradas y palabras de furia. En los momentos más caóticos del dios, ella era sinónimo de debilidad y no de refugio.

—Quería protegerte. —Volvió a decir Odín esta vez en un audible susurró, su cuerpo se tambaleó como si de repente el peso de los años cayera sobre él. Su mano libre se aferró a la mesa mientras su rostro reflejaba un fuerte agotamiento. —Te pareces tanto a ella. Intentaba evitar que volviera a suceder. —Dijo en un hilo de voz. —Creí que podría evitarlo, pero cada noche las palabras de la norna se repiten en mi cabeza. —Su ojo se detuvo en el azabache con suma agonía. —Nunca debí traerte a Asgard. Tendría que haberte dejado morir cuando pude.

The God of Stories •|Loki Laufeyson|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora