CAPÍTULO TREINTA Y DOS

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CAPÍTULO 32

❛TIEMPOS OSCUROS❜

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❛TIEMPOS OSCUROS❜

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ꜰɪɴᴀʟᴇꜱ ᴅᴇ ᴇɴᴇʀᴏ, ᴘʀɪɴᴄɪᴘɪᴏꜱ ᴅᴇ ꜰᴇʙʀᴇʀᴏ.
1998













«Sin embargo, seguimos conociendo historias verdaderamente ejemplares de magos y brujas que han puesto en peligro su propia seguridad para proteger a sus amigos y vecinos muggles, muchas veces sin que éstos lo sepan. De modo que desearía hacer un llamamiento a nuestros oyentes para que sigan su ejemplo; quizá los ayudarían realizando un encantamiento protector a todas las viviendas de su calle. Si tomáramos algunas medidas tan sencillas como ésa, podríamos salvar muchas vidas.»



Sentada en el borde de una vieja cama la pierna de Urania no dejaba de moverse de arriba a abajo, la joven mantenía su cabeza escondida entre sus manos mientras escuchaba la transmisión de Pottervigilancia. Una línea de radio clandestina la cual era la única que decía la verdad sobre lo que sucedía en exterior, la bruja llevaba pocos días escuchándola pero no podía evitar sentirse culpable por no haber hecho nada en aquellos meses para detenerlo.

Urania no lo aguantó más, de un salto se levantó de la cama y agarró su varita.

-Voy a hacer una llamada-informó antes de salir por la roída puerta.

El pasillo de aquel anticuado hotel muggle era frío y se podía ver crecer el moho en las paredes debido a ello. Una vez en la recepción del edificio le pidió el teléfono fijo a la señora que se encontraba allí, su abuela le había enseñado a usarlo unos días atrás pero le seguía pareciendo complicado.

-¿Hola?-dijo con voz fina.

-¿Nia?-sonó la voz de Ibeth tras el teléfono.

-Sí, soy yo-contestó con alivio-. Menos mal que has aprendido a usar este cachivache.

-Creeme que no, creo que lo tengo al revés.

Urania rió ligeramente mientras apretaba las uñas en el interior de su palma.

-Ibeth, tengo que hablar de algo importante-dijo cambiando su tono de voz-. Mi abuela y yo no podemos quedarnos mucho más tiempo aquí, casi ya no nos queda dinero muggle y claramente no podemos acercarnos a cambiarlo a Gringotts. Mi abuela pretende volver a Francia, conseguir algunos recursos y ayuda pero debido al control de los trasladores va a llevarle más tiempo del necesario. Así que necesito un sitio donde quedarme.

-Sabes que los Weasley estarían encantados de dejarte quedarte aquí más tiempo-contestó Ibeth con clara tristeza-. Pero ya casi nos pillan la semana que estuvisteis aquí, esta estúpida vigilancia no nos deja hacer nada.

Urania suspiró con cansancio.

-Lo sé, lo sé. Es solo que todo ha pasado demasiado rápido-le comentó a su amiga-. No he tenido tiempo para procesar nada, ya no tengo una casa, ni padre, ni madre ni...-Urania ahogó un grito, las ganas de llorar la habían abandonado hacía unas semanas y un terrible deseo de destrozar todo la había invadido-. Solo quiero volver a estar en Hogwarts contigo y Theo, leyendo bajo un árbol o viendo vuestros entrenamientos.

-Yo también, Nia-le dijo sincera-. Quiero ver a ese imbécil de mi hermano y tirarle de las orejas para luego irme contigo a Hogsmeade.

Las dos rieron con tristeza en su voz, se podía notar a kilómetros el cansancio que llevaban en la espalda.

-¿Alguna novedad sobre la búsqueda de los otros tres?-le preguntó Urania cambiando de tema.

-Nada útil, tus amigos han logrado esconderse bien. ¿Tú?

-No mucho, he podido encontrar un dirección pero es realmente difícil buscar sin magia-le comentó Urania, tras tener que abandonar la Madriguera les había pedido el favor de encontrar a Logan, Phemie y Clara. Los tres estarían encantados de ayudar y sería mucho mejor encontrarse todos juntos.

-Está bien, intenta averiguar más y mañana pásate por la dirección que te mandaré luego. Intentaré buscarte un lugar en el que quedarte mientras tu abuela se va, estate tranquila.

-Gracias, Ibeth-contestó con gran sinceridad.

-No me las des, eres mi mejor amiga, prácticamente mi hermana. Moriría por ti rubita-le dijo Ibeth a través del teléfono intentando imitar a su hermano.

-No digas esas cosas-contestó Urania ciertamente conmovida-. ¿Es que pasar tiempo con tu futuro marido te está volviendo blandengue?-vaciló la rubia y pudo notar la queja de Ibeth a través del teléfono.

-¡Es solo un evento!-se quejó-. Nada especial ya sabes.

-Sí, sí, claro-Urania rió-. Ya hablamos mañana, ¿sí? Buenas noches.

-Buenas noches.

Urania colgó el teléfono dando la llamada por terminada y volvió a subir a la habitación diminuta que compartía con su abuela. La bruja anciana se encontraba en uno de los sillones roñosos mirando una vieja revista muggle.

La relación entre ambas había sido mucho mejor de lo que pensó Urania, Lorraine era todo lo opuesto a Cordelia. La trataba con cariño y reía con ella de cosas banales, como cuando Urania era una niña y se pasaba las tardes jugando a la fiesta del té mágico con ella. Las cercanía que ambas compartían con Ara las había unido más que nunca para superar su muerte. Fue por esta misma cercanía que Urania había decidido confiar a su abuela lo que su padre planeaba.

-Está ciego, no quiere aceptar la realidad-le había dicho Urania en su momento.

-Entiendo tu punto de vista cariño pero perder a la persona que más te comprende en el mundo y por la que entregarías todo duele más que miles de maldiciones juntas. ¿O es que aún no has estado enamorada?

¿Realmente lo había estado? ¿Enamorada? Era una palabra muy fuerte para alguien tan joven, además él ya había decidido ¿no? Sí él prefería aquella vida tal vez nunca estuvieron realmente destinados a estar juntos.




THE SWAN AND THE SNAKE ↯ Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora