❝Tal vez haya tomado todas las decisiones erróneas pero puedo asegurarte que amarte ha sido la única correcta que ha valido la pena❞
▃ THE SWAN AND THE SNAKE
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Desde el momento q...
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CAPÍTULO 01
❛ SUS OJOS GRISES ❜
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¹ ᵈᵉ ˢᵉᵖᵗⁱᵉᵐᵇʳᵉ ᵈᵉ ¹⁹⁹⁶
AÚN ADORMILADA AGARRÓ LA ROPA ya preparada del día anterior y se vistió, no se fijó si la camisa estaba del derecho o si su pelo estaba bien peinado. Con mucho cuidado abrió despacio la puerta de su habitación , se asomó en el pasillo para poder ver si la puerta de su padre se encontraba cerrada, como así era con cuidado bajó las escaleras. Era costumbre que cada uno de Septiembre, antes de volver a Hogwarts, fuese a visitar la tumba de su madre. A su padre claramente la idea no le gustaba y tras la primera vez que la pilló yéndose le prohibió volver. Urania y su padre tenían una relación complicada como padre e hija, tras la muerte de su madre Deimos, su padre, se había vuelto más distante y severo, demostrando poco afecto a su hija. Esto se podía ver reflejado en que justo ese último curso había pasado más tiempo con su Tía Ara, la hermana mayor de su fallecida madre, que con su propio padre.
—No es de tu incumbencia—se excusaba su padre pero poco el tiempo en el que Deimos pasaba en aquel lugar.
—Otro año, mamá—dijo suspirando—. No es un año como los otros—confesó a la lápida, aunque sonó más como un mensaje para autoconvencerse—. Papá me ha llevado al callejón Knockturn, no se que quería de ahí, no me ha dejado entrar a la tienda. Pero no solo él estaba en la tienda, había más magos y brujas, estaba el hijo de los Malfoy, Draco—. Urania pasó sus manos entre su cabello—. Comienzo a entender cosas y a sospechar otras. Solo espero que esté equivocada—Urania pasó su mano por las letras de la lápida con una mirada nostálgica—. Te extraño muchísimo, más de lo que te puedas imaginar. Volveré a final de curso.
La joven se levantó del suelo sacudiendo las pequeñas hierbas de su ropa, echó una última mirada a la lápida y emprendió el camino a casa.
En la mansión de los Amery se encontraba Deimos, este se levantaba sobrio pero con un gran dolor de cabeza. Su habitación era un gran desastre, cientos de lienzos sin acabar tirados por todo el cuarto, todos con el mismo rostro. Deimos, ya arreglado y listo para desayunar, pasaba por el salón cuando escuchó risas. Hacía tiempo que en esa casa no se escuchaban risas. Sin hacer el mínimo ruido se acercó hasta el salón, allí encontró a uno de sus Elfos domésticos jugando al ajedrez mágico con su hija.
