P RO L O G U E

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PRÓLOGO

❛ ᴹᴼᴹ ᴵˢ ᴺᴼᵀ ᴴᴱᴿᴱ ᴬᴺʸᴹᴼᴿᴱ ❜

❛ ᴹᴼᴹ ᴵˢ ᴺᴼᵀ ᴴᴱᴿᴱ ᴬᴺʸᴹᴼᴿᴱ ❜

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𝓒𝓸𝓵𝓮𝓽𝓽𝓮 𝓔𝓹𝓸𝓷𝓲𝓷𝓮 𝓐𝓶𝓮𝓻𝔂

𝓐𝓶𝓪𝓭𝓪 𝓱𝓲𝓳𝓪, 𝓱𝓮𝓻𝓶𝓪𝓷𝓪, 𝓮𝓼𝓹𝓸𝓼𝓪 𝔂 𝓶𝓪𝓭𝓻𝓮

1956 - 1987

LA LÁPIDA NO TENÍA MÁS QUE UNOS MESES, diciembre había llegado y la había llenado de nieve. Parados enfrente de ella había un hombre y una niña pequeña, iban bien abrigados y se daban la mano. El hombre sostenía unas campanillas de invierno en sus manos. Las depositó suavemente enfrente de la lápida, sin soltar la mano de su hija. Ninguno de los dos logró aguantar las lágrimas. La pequeña de cabellos de oro se agarraba con fuerza a su padre, él en cambio parecía no tener fuerzas. Su aspecto estaba descuidado y unas grandes ojeras se observaban debajo de sus ojos.

Casi arrastras el padre sacó a la pequeña del cementerio, la pequeña no quería dejar de abrazar a la lápida de su madre y mucho menos alejarse. Cuando llegaron a ancestral mansión familiar el vacío les inundó sintiendo un frío helado nada más entrar. En la cena la niña fue la primera en hablar, después de que los elfos domésticos se retiraran.

-Papá, ¿puedes cortarme este trozo de carne?-dijo la dulce de la voz de la niña pues aún tenía problemas para usar bien los cubiertos.

-Debes cortarla tú-contestó distante su padre, muy concentrado en su bebida.

-Pero mamá...-intentó decir la niña, la mano del padre que sujetaba el vaso se crispó.

-Mamá ya no está.

La pequeña, asustada de la reacción de su padre, no volvió a abrir la boca en toda la cena, tampoco volvió a pedir ayuda.

Sin perder la esperanza la pequeña, que se suponía que ya debía estar durmiendo, decidió agarrar su libro favorito sobre estrellas para que su padre se lo leyese y así poder dormir. Con sus pequeños pies y aferrando el libro a su pecho la pequeña avanzó hasta el dormitorio de sus padres. La puerta estaba entreabierta y con timidez la empujó para poder entrar. Su padre estaba de pie, frente a un lienzo, en él estaba dibujado a medias el rostro de una mujer. El hombre con pinturas y vaso en mano se tambaleaba un poco.

-¿Papá?-preguntó temerosa la pequeña. Su padre, aún más demacrado que aquella tarde, se giró.

-Urania....deberías,deberías estar en la cama-dijo con bastante dificultad.

-Quería que me leyeses un cuento-la pequeña avanzó más cerca de su padre-, cuando no podía dormir mamá me...

-Ya no está-siseó-, mamá ya no está. Las cosas que hacía ya no se harán-dijo casi gritando-, si mamá no está aquí no haremos nada que nos recuerde a ella. Ahora vete a tu habitación, no son horas de que una niña como tú esté despierta.

Su padre la miró directo a aquellos ojos castaños tan iguales a los de su mujer, le dolía hacerlo pues a su memoria venía el último recuerdo que tenía de ella la noche que murió. maldijo por dentro, se maldijo mil veces pues sentía culpa y no quería. Quería echarle la culpa a su hija, sí a ella, porque echarle la culpa a otro era mucho mejor que soportar el peso de la verdad. Cuando vio correr de vuelta a su habitación a la pequeña Urania el hombre tiró el vaso contra aquella pintura, no aguantaba ni un solo días más sin ella, no podía vivir sabiendo que no había sido suficiente para ella, su alma no había sido salvada y la marca casi invisible rojiza en su antebrazo lo decía, lo único que haría sería envenenar aún más a la única persona que sentía afecto por él.

Pero aquella era la maldición de las serpientes ¿no? Envenenar al bello pájaro que trata de salvarle, ver como poco a poco se desvanece y darse cuenta que la única muestra de cariño que tuviste tu mismo la has matado.









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THE SWAN AND THE SNAKE ↯ Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora