CAPÍTULO TREINTA Y SEIS

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CAPÍTULO 36

❛PERDÓNAME❜

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EL SONIDO DE LAS OLAS CHOCANDO en la arena era lo más relajante que Urania había escuchado en meses, sola en aquella pequeña cala disfrutaba del paseo por la orilla sintiendo el agua chocar contra sus pies. El sol caía e inundaba el cielo de su característico color anaranjado, la brisa suave movía ligeramente el cabello enredado de la bruja.

Cornualles se había convertido en su rincón de paz, alejado de la gran ciudad de Londres o el famoso pueblo de su familia en los últimos meses. Aquel lugar la transportaba a una especie de limbo donde ninguna de las personas que quería la había dejado, se sentía tranquila y vacía de pensamientos, como si le hubiesen lanzado el hechizo Obliviate pero sin tener tantos agujeros mentales.

Disfrutando de ver el sol caer en el horizonte Urania fue interrumpida por un grito a lo alto de la cala.

—Vas a cenar o qué—hizo eco la voz, allí arriba el viento era más fuerte y revolvía por completo su cabello castaño.

—Enseguida—contestó Urania y suspiró. Con pesar, y más lento de lo habitual, recogió la toalla y un bolso donde llevaba todas sus cosas para subir las rocas que naturalmente forman unas escaleras.

Nada más pisar el último escalón apareció ante ella la pequeña casa de su tía, parte hecha en piedra y la otra en pintura blanca con el detalle de la puerta azul. Destacaba de las otras casas del pueblo más abajo de aquella colina, era llamativa y ciertamente particular. Por fuera las luces comenzaban a encenderse y en la entrada las caracolas habían vuelto, la fuerte brisa hacía sonar aquellos cilindros metálicos que colgaban en un lateral de la casa.

—Ya estoy—dijo irritada Urania mientras sacudía la arena con un toque de varita.

El interior de la casa de su tía había cambiado, Urania no había podido soportar la imagen de su difunta tía tirada en el suelo y le había dado un cambio. El sofá miraba ahora para otro lado, las paredes tenían un color crema y los muebles viejos los había reemplazado por unos nuevos. Tampoco los tiró, su abuela Lorraine, propietaria de la casa, los había mandado para Francia. A una pequeña casa que tenía la familia de su marido. De ellos solo habían quedado las fotos en el salón.

THE SWAN AND THE SNAKE ↯ Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora