7.

1K 37 9
                                    

Phantasía.

Moira.

Hastiada del rumbo de su vida, Mikasa decide leer un libro. En él encuentra un muy peculiar joven del cual lentamente se enamora. Su vida da un vuelco, cuando aquel joven, le corresponde. Una historia que poco a poco se encamina hasta caer a un profundo pozo de locura.

Cuando se escriba en cursiva, se escribe del mundo de Eren y Eren en la ficción. Con letras normales, se escribe del mundo real de Mikasa.
Recomiendo leer tocando esto:






"Nuestro amor era imposible. Hecho de letras, hecha de carne y hueso."
















Cuando el mundo se desploma, siempre un libro es la zona de confort al cual recurrir. Ese era un pensamiento recurrente en Mikasa, en especial para esos malos momentos. Era casi un sacramento, una ley personal.

Al principio, Mikasa no leía por gusto, un libro era más un tipo de escape en donde enfrascar su vista durante toda la jornada escolar, mientras la carcomía el miedo a socializar, y para pasar las tristezas de una vida algo solitaria, escasa de amigos. Al llegar a casa dejaba el libro y lo cambiaba por juegos o ir a ejercitar en el patio, por supuesto, siempre sola. Pero cuando el colegio terminaba y llegaban las vacaciones, el leer quedaba como una especie de hábito. Así, Mikasa se encerraba en su cuarto, y leía los libros que su padre portaba en su biblioteca.

Mundos diversos, fantasías deseadas, realidades alternativas. Era un universo completo de diversas posibilidades y, también, personas. Los personajes dentro de los libros y las historias eran muy diferentes de lo que conocía y entendía por personas reales. En su vida había conocido una inmensidad de rufianes, por decirlo así, o gente desagradable con la que no encajaba. Lo más probable era que no fuera culpa del todo de ellos, sino de la reticencia de Mikasa a socializar con ellos. Sin embargo, desde su punto de vista, eran como animales que no sabían vivir en comunidad, y se comportaban como primates. Todos, sin excepción de sexos. En efecto, no tenía amigos cercanos, ni amigos, sólo conocidos, y ciertas personas con las que pasar el rato durante algunos recreos o hacer tareas grupales.

El hábito de lectura, y el mundo parecían complementarse para un ciclo perfecto. El mundo se desplomaba, iba en descenso, por lo que recurría más a los libros, y mientras más dedicaba tiempo a los libros, más el mundo caía. Bien, algunas personas manejaban adecuadamente los dos mundos, y no tenían problemas por descuidar a uno y el otro, sino que dedicaban justo tiempo a ambos. Pero Mikasa era una chica diferente, y se le complicaba llevar un sano control de los dos mundos. Se enfocaba mucho en uno y descuidaba al otro.

Fuese como fuese, no todo era malo, de hecho, el hábito de lectura le trajo muchos buenos ratos, mejores de los que podría haber pasado con los demás. Leer inmiscuida en las letras le traía una paz inmensa, una concentración perfecta y un buen dominio del lenguaje. Las historias, además, servían como aprendizaje para la vida real. Era sí, una paradoja, considerando que su vida real iba en declive, y no pretendía solucionarlo.

Pequeños One-shots Eremika. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora