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Cuando la noche llegó y ya estabas en tu departamento fuiste a tu habitación después de haberte duchado.

Estabas cansada por lo que deseabas por fin dormir de una buena vez.

Viste sobre tu cama al Sr. Bunny y sonreiste, era tu nuevo compañero y dormias con él.

Te acostaste finalmente dándole la espalda a la ventana, la cual estaba abierta, te acobijaste y así te dormiste abrazando al conejito.

Al cabo de unas horas cuando estabas apunto de alcanzar tu sueño máximo algo te despertó.

El frío penetrando la piel de tus piernas, te sentaste buscando la sábana, pero no la hayaste, por lo que prendiste la pequeña lámpara a tu lado y tu vista viajo por toda la habitación hasta ubicarla cerca de la ventana.

Confundida te levantaste por ella y te agachaste para tomarla entre tus manos, pero justo al momento de reincorporarte una risa detrás de ti te dejo helada.

Tu cuerpo se paralizó sin permitirte voltear a ver quién estaba detrás de ti, no sabías si era tu mente adormilada jugandote una broma, sin embargo todo se aclaró cuando sentiste como algo corría tu cabello hacia el frente de uno de tus hombros.

Miraste al frente distinguiendo tu mesa de trabajo ubicando rápidamente las tijeras que estaban sobre ellas.

Pero cuando hiciste el más mínimo movimiento algo te rozó la espalda, algo afilado recorriendo la piel expuesta de tu espalda.

–Que buen gusto tiene ese imbecil.– le escuchaste decir.

No entendiste nada, solo visualizabas las tijeras intentando llegar a ellas en alguna oportunidad ya que quien fuera aquel sujeto ya estaba totalmente detrás de ti.

Cerraste los ojos al momento de sentir su mano recorriendo tu cuello y los abriste asustada al sentirla apretando un poco, buscando lastimarte.

–Sería divertido jugar con su víctima.– rió un poco tirando de tu cuello y de ti hacia atrás dejando tu cabeza recostada sobre su hombro aún contigo dándole la espalda.– Ah no espera, lo siento me equivoqué, eres su amiga.– esta vez rió fuertemente.

–M-me estás confundiendo.– hablaste luego de mucho, mirando hacia tu costado buscando verlo.

–Preciosa, yo nunca me equivoco.– dijo cerca de tu oído, su voz sonando más profunda de lo que ya era y completamente en tono amenazante.

Su mano fue a dar a tu boca por lo que tu forcejeaste buscando liberarte.

–No, no, tranquila, va doler menos si no estás tensa, aunque... Me importa un carajo, pero no quiero que me oiga tu dueño.– hablo jungando con el cuchillo cerca de tu mejilla.

Respiraste hondo y sin pensarlo mucho le mordiste la mano causando que te soltara por instinto, así que rápidamente corriste hacía la mesa sujetando fuertemente las tijeras apuntando hacia él.

–¡Maldita perra!.– gritó al ver su mano con la marca de tu mordida y la sangre brotar de esta.

Pero tú, tú no podías dejar de ver su apariencia, su rostro pálido, sus ojos bien abiertos destilando locura y esa sonrisa artificial a causa de una gran herida que parecía no sanar y luego estaba su polera blanca manchada por sangre.

–¿Qué?.– sonrió en grande.– Ah ya, soy hermoso, no es así.– dijo dando unos pasos hacia delante.

–¡No te acerques o te voy a lastimar!.– gritaste.

–Shsh.– puso un dedo sobre sus labios.– Cariño por favor, aquí el experto soy yo, tú patética humana no podrías tocarme ni un pelo.

–¡¿Qué quieres?!.– preguntaste con impotencia.

Un Amor De Juguete [Jason The Toymaker y tu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora