50. Intenso

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Sabía que iba a ser un mal día desde que abrí los ojos. Emil vendría a buscar a Zoe en unas horas y Dante no estaba en casa. Por mucho que quisiera, no podía negar que su ausencia en aquel momento me molestaba. Era consciente de que tenía asuntos importantes que atender, pero una parte de mí deseaba que estuviese presente y saberlo no hacía más que aumentar mi mal humor.

«Malditos sentimientos».

Para mi sorpresa, el alfa se unió a nosotras cuando llegamos al comedor y el resto aparecieron poco después para sentarse en la misma mesa, lo que dibujó una sonrisa en el rostro de Zoe y provocó que me sintiese muy agradecida al ver que la trataban tan bien. No sé cómo lo hicimos, pero logramos olvidar lo que ocurría a nuestro alrededor y disfrutamos del desayuno riéndonos y tomándonos el pelo los unos a los otros.

Pero todo lo bueno llega siempre a su fin y no tardamos en escuchar que el coche de Emil se acercaba por el bosque. Zoe y yo nos tensamos al instante y le di un apretón mientras le dedicaba una cálida sonrisa con la que traté de animarla.

—Vamos a buscar tus cosas —dije con voz suave.

África, ¿puedo hablar contigo un momento? —me preguntó Dante.

—Yo te acompaño —le dijo Virginia a Zoe, que asintió con una sonrisa.

Hugo, Ceylán y Víctor salieron para recibir a Emil, y Dante y yo nos quedamos solos. El alfa me hizo un gesto para que me volviese a sentar y me agarró por la cintura para atraerme hacia él.

«No te enfades» —me pidió con una sonrisa encantadora mientras me acariciaba la mejilla y eliminaba cualquier rastro de irritación que pudiese haber en mi interior.

—¿Qué pasa?

«Sé que he estado un poco ausente estos últimos días y que verla marchar te entristece, pero a veces lo que queremos no se corresponde con lo que necesitamos». —Mi mirada se encontró con la suya y de mis labios escapó una sonrisa que se convirtió en una suave carcajada.

—¿Ya estamos poniéndonos intensos?

—No se puede hablar contigo —dijo mientras negaba con la cabeza.

Dante me miró con una calidez que se removió en mi pecho y sus manos acariciaron las mías antes de depositar algo en ellas. Bajé la mirada para descubrir de qué se trataba, y cuando procesé lo que estaba viendo, perdí el control de mis emociones y mis iris se transformaron. Abrí la boca para decir algo, pero el nudo que se me formó en la garganta impidió que lo hiciese y Dante se acercó para deslizar sus dedos por mi piel antes de apoyar su frente en la mía.

—Gracias —dije en un susurro.

El alfa depositó un beso en mi sien y me agarró de la mano para guiarme al exterior y recibir a Emil, que para mi sorpresa, no venía solo. Junto a los miembros de nuestra manada se encontraban el alfa y la beta de la Manada del Valle, pero también estaba Adela, su sanadora y la que supondría que sería el apoyo moral de Zoe, y otra persona que no esperé volver a ver en la vida. Los lobos se volvieron hacia nosotros y asintieron con la cabeza a modo de saludo, pero cuando sus ojos verdes se encontraron con los míos, se transformaron en un poderoso azul que llamó la atención de los presentes.

La maldición del sol +18 (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora