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Mis músculos se tensaron en cuanto sentí una presencia a mi espalda y me volví con calma para analizar la situación. Lo último que necesitaba en aquel momento era un enfrentamiento con alguien de la manada, así que me limité a observar con cautela a la mujer que mantenía su mirada fija en mi rostro.
La reconocí al instante por sus ojos marrones y su larga melena anaranjada. Se trataba de Virginia, una de las gammas de la manada y la encargada de adiestrar a los guerreros y a los lobos de las montañas nevadas.
—Muchos dirían que el valor no es más que otra palabra para denominar el miedo —dije con voz serena. Le presté especial atención a la tensión que se apoderó de sus músculos y a la mirada salvaje con la que me observó.
El rostro de la mujer cambió cuando escuchó mis palabras y su boca se transformó para dar paso a una maravillosa sonrisa. Sus hombros se relajaron y sus ojos del color de la tierra se llenaron de una calidez que me dejó anonadada.
—Supe que tenías una gran fortaleza nada más verte —dijo con una sonrisa—. Ahora entiendo por qué te llamas África —añadió mientras signaba mi nombre, que incluía la palabra valiente.
—Me lo tomo como un cumplido viniendo de la mujer que combate contra los lobos de la manada.
—Aquí tienes, Luna —dijo Susana mientras me tendía la bandeja con la comida, lo que provocó que me tensase al escuchar cómo me había llamado.
—Estamos sentados en aquella mesa —me dijo Virginia mientras la señalaba—. Ve mientras pido mi comida.
«Estos lobos y sus malditas órdenes» —pensé divertida.
Me encaminé hacia la mesa que me había indicado la gamma, donde había dos hombres y una mujer charlando animadamente. Su conversación se detuvo en cuanto me acerqué a ellos, y sus ojos se posaron en mi rostro con sorpresa.
—No pretendía interrumpir —dije con la intención de que volviesen a sus asuntos.
—Aunque estemos reunidos con Dios, ¿recuerdas? —dijo el hombre de pelo negro mientras me guiñaba un ojo con diversión.
En cuanto le presté más atención a su rostro recordé que era el tercer gamma con el que Dante estaba reunido antes de que todo se fuese al traste, y esbocé una sonrisa al ver lo agradable que era.
—Me llamo Víctor —dijo mientras me estrechaba la mano—. Y estos son mis dos mejores guerreros, Martina e Isaac.
Virginia no tardó en unirse a nosotros y me sorprendí disfrutando de la compañía de los cuatro lobos. Víctor era el líder que comandaba a los guerreros y Virginia quien se encargaba de enseñarles las diferentes técnicas de combate. Todos valoraban su libertad y eran muy francos hablando, rasgos que compartíamos, y nuestras carcajadas inundaron el comedor en cuanto nos conocimos un poco.
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La maldición del sol +18 (Completa)
Hombres Lobo-Hombres lobo, romance, aventura- Tras pasar años recorriendo los países del mundo, África decide tomarse un descanso y pasar una temporada en el valle. El pueblo es precioso, sus habitantes encantadores y la naturaleza brilla con luz propia, pero l...