13. Luna

7.5K 921 224
                                    

 ۰ • ❂ • ۰  

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

 ۰ • ❂ • ۰  

El alfa de la manada avanzó con convicción hasta que entró en mi campo de visión y sus ojos se iluminaron con el color del oro fundido al verme. ¿Estaba enfadado? Pues que se aguantara.

Fruncí el ceño al darme cuenta de que no sabía qué era lo que había hecho en las últimas horas para ser merecedora de su ira, pero en cuanto sus ojos recuperaron su color miel habitual y pude estudiar su rostro, me di cuenta de que no era ira lo que sentía. ¿Entonces qué problema tenía?

Dante me observó durante lo que pareció toda una eternidad, pero no hizo ningún intento por tratar de comunicarse conmigo. Sus ojos se trasladaron a los cristales que sostenía en la mano y se agachó a escasos centímetros de mí para imitar mi comportamiento y empezar a recogerlos sin añadir nada más.

El silencio que reinaba en la estancia sirvió para que me calmase y sonreí al sentirme en paz. Me encantaba el silencio y la calma que este transmitía y no entendía cómo la gente era incapaz de valorarlo. Yo también había sido como ellos en algún momento de mi vida, teniendo que distraerme con música, la televisión y cualquier otra cosa que lograse silenciar los pensamientos que invadían mi mente, pero me alegraba saber que aquella oscura etapa había terminado hacía mucho, pero que mucho tiempo.

De un momento a otro me encontré sonriendo y disfrutando por fin de un poco de tranquilidad, apreciando el bello sonido que provocaban los cristales al chocar los unos con los otros y sintiéndome bien conmigo misma al recoger el lío que yo misma había provocado.

Dante no me miró en ningún momento y le dedicó toda su atención a ayudarme a devolver el cuarto a su antigua gloria. Después de un buen rato escuché como el alfa suspiraba con resignación al coger la máquina que había en el suelo y ver que había quedado hecha trizas, y sin molestarse en mirarme, se levantó y abandonó la estancia con rapidez.

En cuanto dejé de percibir su presencia me sentí culpable por la manera en la que había reaccionado y me mordí el interior de la mejilla al sentirme incómoda con las emociones que me habían invadido. Vale, sí, quizá no había reaccionado de la mejor manera, pero él me había llevado a la cumbre de las montañas porque le había salido de los huevos. Estaba muy segura de que aquello contaba como secuestro en todos los países del mundo.

¿Y por qué se había ido de aquella manera? ¿No me podía decir a la cara que era una imbécil o algo? No, era mejor desaparecer y dejar un rastro que apestaba a drama detrás de sí.

Solté un resoplido con frustración y me levanté para dejar los cristales que había recogido sobre la mesa. Mis ojos se deslizaron por los cientos de fragmentos que había en el suelo y miré a mi alrededor en busca de algo con lo que poder recogerlos.

No pude evitar tensarme al sentir que Dante volvía a entrar en la estancia. Mis ojos se encontraron con los suyos y al ver lo que sostenía en las manos, comprendí que se había ido para traer una escoba y un recogedor.

La maldición del sol +18 (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora