22. Paralelos.

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El rojo de sus cabellos, siempre tan rojo como la sangre, la sangre de ella en sus manos, era un bonito recordatorio eterno de lo que había hecho, había arruinado las cosas para ella, y no podía quejarse de aquello, él había decidido hacer lo que hizo, y así había cruzado sus caminos de forma paralela, se suponía que no deberían tocarse, cruzarse, por más que se prolongaran sus vidas, nunca se intersecan, nunca en podrían juntarse en un punto, pero jamás interferir en la vida del otro, algo que a él le había parecido imposible de hacer.

El suave quejido de la chica hizo que Scorpius prestara más atención en ella, que se movió asustada al notar su postura, sus ojos se encontraron con los de él, que a simple vista, estaba bastante tranquilo.

—Scorpius ¿qué pasa? –Cuestionó asustada.

—Bueno, hay un imbécil, queriendo vengarse de mí, por hacer mi trabajo –informó.

—Bueno, eso no es cierto del todo –comentó Bartemius, haciendo que Lily lo observara –sí, hice un pacto con él, un trato –informó –mi alma, por la mejora de mi hijo ¿y adivina que hizo el kredator que amas, niña?

—Su trabajo, ya lo dijo.

—Sí, y no, cobró el alma que le prometí, pero no la correcta, se llevó a mi hijo, el alma inocente de mi hijo, dejándome a mí, maldito en la tierra.

—Eso fue tu culpa, por no comprender que dije "Un alma", más no "Tú alma" –sonrió Scorpius.

—Éramos amigos, supuse que mi palabra de que cuidaría de ella –señaló a Lily –te haría hacer bien un trato alguna vez.

—Las cosas no son como yo quiero que sean, Bartemius, hay un orden, hice lo que me ordenaron, además, sabes muy bien que los kredator no tienen emociones, ni sentido de lo que está bien y lo que está mal.

La mirada del hombre fue hasta la de Lily, que aquellas palabras no la hacían sentirse mejor, escucharlo de la boca del kredator era complicado para ella, porque eso significaba que en realidad, no podía amarla a ella como decía que lo hacía, era simplemente una farsa más ¿para qué? ¿Qué beneficio le traía tenerla a ella?

—Lo ha dicho él, no yo, querida niña –sonrió, mostrándole una daga.

—Yo... yo no... -se sacudió violentamente, temiendo por su seguridad.

—Tranquila, o te zafarás los brazos –comentó Bartemius, girándose a Scorpius –comencemos con el ritual, si te parece.

—Preferiría otras cosas, pero supongo que no tengo opción ¿o sí?

—Dime ¿prefieres volver a matarla tú? –Sonrió –posiblemente, deje de renacer en cada vida como pelirroja –se burló –ah, espera, que no volverá a renacer ¿cierto? Ataré su alma al confín más olvidado del averno, intercambiaré su alma por la de mi hijo.

—Un alma que ha estado en el infierno, no puede entrar al paraíso, tienes que saberlo, Bartemius, son las reglas.

—Me paso tus reglas por un arco –informó enfadado.

De nuevo, las palabras del hombre asustaron a Lily; si se hubiese quedado junto a Edward Lupin, sin duda eso no le estaría pasando en ese momento, pero aquella idea, de estar con el hombre que hacía poco la había lastimado y amenazado era simplemente impensable ¿por qué? Hacía un tiempo, el tan solo pensar en estar con Scorpius le provocaba miedo, y un extraño rechazo, ahora era al contrario.

—Más te vale que esto funcione, porque de no hacerlo, te lo prometo, Bartemius, voy a matarte, lentamente.

—Buena suerte con eso –sonrió divertido.

Kredator || ScorilyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora