27. Preocupaciones.

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El nuevo día había iniciado hacía unas cuantas horas, y no estaba para nada de buen humor, su dulce pelirroja no había llegado a su cita, aquello por mucho que quiso engañarse, no podía, era una clara muestra de que las cosas estaban redirigiéndose al camino correcto, al cual ella jamás debió abandonar, podía enfadarse todo lo que quisiera, pero al final, era algo que sabía que pasaría.

—Realmente hacía mucho tiempo que no te veía de tan mal humor ¿pasó algo? –Cuestionó Audrey McLaggen.

—No ¿Cómo qué tendría que haber pasado? –Bufó.

—Problemas con esas cosas, el trabajo complicándose, yo que sé.

—Ah –soltó, por un momento, el kredator creyó que el ángel haría un comentario burlándose sobre su relación con Lily.

—Después de todo, supongo que el hecho de que aunque Michael matara a uno de esos, no aligeró la carga para los tuyos ¿o sí? –Suspiró.

—En eso tienes razón.

Los dos se quedaron en silencio, revisando sus respectivos asuntos, extrañamente, la presencia de Audrey comenzaba a ser menos insoportable, logrando que su mal humor bajara unos cuantos niveles, y lograra concentrarse en sus asuntos, olvidándose por unos minutos de Lily.

Audrey se puso de pie una vez que la puerta de la oficina de Scorpius Malfoy se abriera, la chica pelirroja entró sin preocuparse, pero en cuanto la vio, puso mala cara, al parecer, seguía sin agradarle que trabajara con el kredator, a pesar de que jamás fuese a pasar algo entre ellos.

—Necesito que hablemos –comentó en un tono tranquilo.

—Oh; quizás de cómo me dejaste plantado ayer ¿no es así? –se quejó el rubio, en un mal tono.

—En privado –la observó.

La rubia suspiró, así que después de poner los ojos en blanco y tomar los documentos que estaban en la mesa frente al sofá donde había estado sentada, avanzó hasta la puerta, dedicándole un gesto a Scorpius, haciéndolo negar.

—Bien, ya estamos solos, así que dime ¿qué quieres que hablemos?

—De Edward Lupin –soltó, cruzándose de brazos.

—No es mi tema preferido para hablar, es más, a medida de lo posible, prefiero evitarlo.

—Sí, pues entonces ¿por qué estás incumpliendo el trato? –Bramó.

—No sé de qué trato estás hablando, Lily.

—Ah, no sabes, dijiste que no presionarías las cosas, que dejarías que si el destino iba a unirme a él, dejarías que las cosas fluyeran, no las apresurarías ¿y qué es lo que estás haciendo?

—No estoy haciendo, nada, absolutamente nada de eso.

—Mejor dime que ya te aburriste de mí, digo ¿Por qué eso sí puedes sentirlo, no es así?

Scorpius frunció el cejo, bastante confundido por la actitud de la chica frente a él, así que bajó la pluma y los documentos que sostenía sobre el escritorio y se puso de pie.

—Agradecería que me explicaras mejor esa acusación.

—Bueno, pasé todo el día de ayer pensando en ti, y de la nada, simplemente me quedo en casa, me duermo ¿y despierto pensando en él? –Se burló –eso no pasa, no de la noche a la mañana, al menos.

—Bueno...

—Y no salgas con la estupidez esa de que el destino y sus misteriosos caminos, Scorpius, me conozco, lo de Ted fue paulatino, poco a poco, comencé pensando en ti, hasta que simplemente te negaste a abandonar mis pensamientos, incluso dejé de acostarme con él, porque pensaba en ti, mientras él me tocaba.

Kredator || ScorilyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora