09. Determinación.

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Un nuevo día había alcanzado a Lily en el apartamento de Ted, la joven se alejó agitada cuando el despertador comenzó a sonar indicando que se le haría tarde para llegar a la universidad, pero su novio continúo besando su cuerpo, enviando inmensas sensaciones de placer.

—Tengo que irme, Teddy –gimió cuando él volvió a adentrarse en ella.

—No es tan necesario, puedes llegar a tu segunda clase –se empujó de nuevo a su interior, arrancando la queja de que tenía que marcharse.

Lily se acomodó a horcajadas sobre él, moviéndose rápidamente, haciéndolo sonreír encantado, era simplemente hermosa, tenerla desnuda sobre él, debajo de él o a su lado, era una sensación inexplicable, estaba loco por ella, no entendía como había pasado todo ese tiempo sin ella.

Se inclinó hasta él, para besarlo mientras las manos del hombre fueron hasta sus pechos y comenzó a masajearlos, provocando un gemido en sus labios.

—Te amo –susurró dulce cuando se acomodó junto a él.

—Y yo a ti –se giró hasta ella, besó su frente e hizo que se acurrucara contra él.

—En serio tengo que ir a clases, Ted –comentó, pero cerró los ojos y se acomodó mejor.

La seguridad y el calor que Teddy le proporcionaba era tan fuerte, que la mayoría del tiempo no quería apartarse de él, como esa mañana, por un momento pensó que tendría que ser arrancada de su lado, pero en un instante, recordó algo que le hizo ponerse de pie de un salto.

—Vaya, eso es determinación –se burló Teddy, alegre.

—Lo sé ¿no te molesta que use tu ducha, o sí?

—Claro que no, vamos, date una ducha rápida y ve a tus clases.

—Qué bueno es ser maestro, no siempre tienes clases a primera hora.

Lily avanzó hasta la ducha, en ese momento tenía mucha prisa por llegar a la universidad, era una extraña sensación que le oprimía el pecho.

—Luces hermosa –aduló Ted recostado en la cama.

—Vamos, no es momento de adulación –sonrió divertida.

—Yo solo estaba diciendo un hecho real.

—Pues ahora no, Ted.

Fue hasta él, y aunque lo besó apasionada, se alejó rápidamente.

—M—

Se quedó de pie antes de ir directamente a los estantes en busca de los libros que necesitaba, pero el cabello castaño no correspondía a la señora Pince, no podía creer que la universidad había cambiado de bibliotecaria, así que se acercó, pondría a prueba sus conocimientos sobre esa hermosa y gigante biblioteca y la ubicación de sus libros.

—Disculpa –habló unas octavas más arriba, demostrando su irritación.

La persona detrás del mostrador se levantó, no era una mujer, se trataba de un chico de cabello castaño, ojos azules y un rostro totalmente hermoso, normalmente hubiese pensado que era un actor o modelo, pero ahora sabiendo el submundo que existía, tuvo que preguntarse si era siquiera humano.

—Lo lamento ¿qué ocurre? –Preguntó él en un tono tranquilo.

—Yo, estoy buscando unos libros –sonrió tontamente.

—Bueno, viniste al lugar correcto –extendió los brazos, para señalar los libros que había a su alrededor.

—Sí, que bueno, por un momento pensé que esto era una bisutería o algo por el estilo.

Kredator || ScorilyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora