28. El Pecado de un Ángel

82 12 5
                                    

No había muchas cosas que a Michael le disgustaran de los humanos, sin duda amarlos le era tan fácil, nunca había tenido problemas con adorar la creación de su padre tal y como él se lo había pedido, así que de vez en cuando, en lugar de observarlos desde el paraíso, se mezclaba entre ellos, después de todo, él había estado presente cuando su padre creó a casi todas las almas humanas que habitaban en ese mundo, no había muchas en ese momento. Pero era cuestión de tiempo para que su padre se dispusiera a crear más.

En ese momento, su atención estaba en una joven mujer, que danzaba con una amplia sonrisa, en las ya bastantes vidas que había tenido, desde que su padre la había creado, era común que siempre fuese alegre, un ser de luz, completamente feliz, no había vida, lugar que ella despreciara al momento de nacer en él, su largo cabello dorado, casi como el sol o el oro, se movía a su propio ritmo, danzando con la brisa y no con la música. Michael sonrió al verla, la forma en que sus ojos brillaron cuando se toparon con el joven que recién se unía a los presentes.

Él siempre estaba ahí, en cada vida, observando desde arriba, o en persona, la primera vez que se veían, él sabía el momento exacto en que eso pasaría, y después de todo, ellos eran sus favoritos, aunque no estuviese bien decir aquello, fueron las primeras almas que su padre creó, aunque al inicio las descartó, porque no le agradó el resultado, al ver lo que sus segundos intentos ocasionaron en el edén, decidió darles la oportunidad que les arrebató, solo porque de forma inesperada el alma se dividió en dos.

La primer alma; se había vuelto también, en las primeras almas gemelas, y con ellos, comenzó todo, su padre le había otorgado a la humanidad el libre albedrío gracias a esas almas, la humanidad había comenzado a expandirse gracias al amor que ellos se tenían.

La música se detuvo solo un poco antes de que la joven dejara de danzar, la multitud comenzó a aplaudirle, pero eso pareció no importarle, sus ojos estaban puestos en el joven de cabellos castaños y ojos claros.

El destino había vuelto a hacer su aparición, juntando a esas almas gemelas en una vida que sería lo suficientemente larga, y la pasarían unidos, morirían ambos, abrazados mientras dormían.

Michael observó a su alrededor, el resto de los presentes ignoraba el maravilloso acontecimiento que acababa de pasar, y que... seguiría ocurriendo una y otra vez, hasta el final de los tiempos humanos, y aún faltaba demasiado para esa fecha.

—M—

Michael había prometido que no se metería en los planes divinos que su padre y creador había decidido implementar, incluso le había dicho que permanecería ahí sin intervenir, aun con la amenaza de que él mismo bajaría al plano mortal —que eso en sí mismo, significaba una catástrofe inimaginable en aquel dominio— si decidía intervenir, no le importó, era el más fuerte del ejército, eso no le complicaría las cosas ni un poco para escapar, su padre estaba ocupado en sus asuntos, cuando se desocupara, él ya habría tenido una gran ventaja, días, en la tierra mortal.

Ni siquiera se escabulló, ni intentó ocultarse, había permanecido ahí por decisión propia y se marchaba igualmente, no es como si tuviese un libre albedrío como los humanos, pero su encariñamiento con ellos lo habían motivado a seguir un poco de su ejemplo, su valentía al desafiar cada instante los designios establecidos para ellos, el claro ejemplo eran Scorpius y Lily.

Bajar a la tierra fue una caída libre, desobedecer toda regla, y una orden directa, lo marcaría como traidor, así que dejó todo lo que era, en aquellas puertas, arrancó sus alas y se arrojó al lugar donde pertenecería el resto de sus días, aunque posiblemente, no serían muchos.

Ser un ser inmortal sin duda fue de ayuda para soportar el golpe cuando se estrelló contra el frío concreto de —comparado con su antiguo hogar— aquella lúgubre ciudad, había un intenso olor a desesperación, dolor y desesperanza, sin duda, aquello hacía que su decisión de ir ahí, fuese ratificada como la correcta.

Kredator || ScorilyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora