Capítulo 29

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Casi pude sentir como se me paraba el corazón en el pecho cuando me había dicho que quería que lo conociese más. Estaba claro que me despertaba algo porque si no, no hubiese seguido viéndolo de esa manera. Pero sinceramente, no me esperaba aquello, ni siquiera había decidido aceptar de primeras, me había atado a mí misma en corto, pero la atracción que sentía había actuado por mí de nuevo, y había accedido a que me llevase a aquella cosa que había definido como "batallas de rap". Sabía lo que era el rap, y por cómo había hablado de ella entendía que la gente iba e intentaba decir algo que rimase y que impresionase a los demás, pero me había dado vergüenza preguntar y que pensase que no sabía de lo que estaba hablando.

Mientras estaba jugando a baloncesto con el resto habíamos empezado a charlar con las chicas y había tenido que esforzarme por mantener la sonrisa, eran agradables y divertidas, pero cuando se acercó a beber agua parecieron acordarse de su faceta mujeriega y les había parecido buena idea comentarlo en voz alta. Me quedé escuchando sentada en la silla de plástico, sin argumentar nada, solo escuchando como narraban que lo único que había tenido hasta ahora había sido sexo y quizá alguna relación informal esporádica. Pensar que solo quería eso de mí me había perturbado, porque no podía soportar que me utilizase y me dejase tirada en la basura, para eso mejor dejarlo en el recuerdo de unos besos y se acabó. Pero al oír su propuesta había vuelto a caer, lo único que esperaba es que no me saliese el tiro por la culata.

El resto de la barbacoa pasó bastante rápido, me lo pasé bien y estuve a gusto. Las chicas que estuvieron hablando de Jaden no lo volvieron a hacer aunque hubo un par de veces en las que nos quedamos solas porque los chicos estaban recogiendo la barbacoa. Agradecí que me llevasen a casa Mad y Chuck porque pude ver como mi madre se asomaba por las cortinas de la ventana del salón. Al bajarme del coche me olí instintivamente la ropa, exceptuando a Mad y a mí todos fumaban allí y si mis padres me pillaban algún resquicio de ese olor estaba sentenciada a la muerte. Afortunadamente el olor a barbacoa había camuflado el resto, así que entré saludado educadamente para que supieran que había llegado, entré al salón y me encontré con mis padres mirándome seriamente desde el sofá, no hizo falta mucho para saber que me había metido en algún lío.

- Siéntate, Rebecca. -Dijo mi padre con enfado en la voz. Hice lo que me pedía sin rechistar y esperé adoptando la mirada que pedía que fuesen piadosos.- Nos hemos enterado del tipo de actividades que hace ese Club al que te has apuntado. -Tragué saliva maldiciendo para mis adentros y obligándome a mantenerme en calma.

- Ayudamos a los más desfavorecidos.

- Y montáis fiestas. -Ya sabía yo que eso me iba a traer más de un problema.

- Son las fiestas del instituto, de principio y final de curso. Es solo montar el decorado.

Vaya mentira más burda. Técnica y legalmente era así, aunque la realidad fuese que éramos los encargados de conseguir el alcohol y por lo visto, de traer a vendedores de drogas, si se enteraban de eso me encerrarían en mi habitación para siempre.

- No nos dijiste que te ibas a ocupar de organizar fiestas por muy del instituto que sean.

- Es solo una parte de nuestras funciones. Ya os dije que la semana pasada fuimos a celebrar Acción de Gracias con niños de clases bajas. -Odié más que a mi vida usar esas palabras pero era la única forma de salvarme.

- Te permitimos no colaborar con la Iglesia porque creía que ese club estaba a la altura, se acabó hacer el tonto. -Mi padre se levantó del sofá dando el tema por terminado.

- ¡No! Papá, por favor. Estar en un Club me da muchos puntos para la universidad, no me obligues a dejarlo. -Lo dije con la voz más suplicante que podía pronunciar. Me gustaba estar en ese club, había hecho amigos y las actividades eran divertidas. No quería que me lo quitaran.

New York State of MindDonde viven las historias. Descúbrelo ahora