CAPÍTULO 33: JADEN

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Cuando las palabras salieron por mi boca pensé que me estaba volviendo loco, pero lo había dicho porque realmente lo sentía así. La veía y quería que fuese un poco mía. Sabía que no me pertenecía y nada del significado de esa palabra era verdad, pero era como sentir que cuando alguien la viese sabría quién era, con quién estaba y que esa persona era yo. Cuando me contó que sus padres la obligaban a tener una cita con un chico que probablemente vistiese con jersey de punto, debo admitir que me recorrió un torrente de celos, y solo pude desear que todo el mundo se enterase de que no estaba libre, que no podía besarla o tocarla porque ya lo hacía yo.

Sabía cómo la gente me conocía. Entendía la fama que tenía y que no era precisamente por ser alguien de relaciones que solía llevar a la chica con la que estuviese en ese momento por ahí, esas cosas las hacía en privado. Si tenía que ir a algún lado por obligación o placer siempre lo hacía solo o con amigos, así que entendía en cierto modo el impacto que estaba teniendo en la gente mi comportamiento. Me conocían por todas partes, lo sabía y no me molestaba. Si no sabían quién era físicamente al menos conocían mi nombre y mi fama.

He de admitir que tenía un poco de miedo de que Becca se enterase de todo lo que me precedía, no del tipo de relación que mantenía con las mujeres, de eso parecía estar ya bastante informada, sino que todo lo demás. Lo cual no era poca cosa. Denis era el mandamás, eso no se lo iba a quitar nadie, pero yo era el que se ocupaba del resto de las cosas, que no eran pocas. Yo distribuía, me ocupaba de colocar a cada uno en su lugar y de organizar el dinero que cada uno se ganaba. Estaba al pie del cañón y sabía que eso me pasaba factura. Había estado un par de veces a punto de que me pillase la policía y acabar en el cuartelillo. Me había librado porque el marrón se lo había comido otro por mí, y no estaba orgulloso de ello, pero no iba a ser yo el que se expusiese en las esquinas de las calles, ya había pasado por ello.

Probablemente si Becca fuese consciente de todo lo que había detrás tendría justificación para asustarse, pero esperaba que cuando lo supiese ya se hubiese hecho más a la idea y hubiese empezado a conocer más cómo funcionaba mi ritmo de vida. Yo seguía flipando por el ritmo de la suya, era lo más pausado y aburrido que había visto en mi vida. Tenía que ser una tortura tener que intentar ser tan perfecta, yo ni lo era ni lo pretendía, lo que veías era lo que había, no iban a cambiarme. Era en lo que me había convertido a la fuerza y por necesidad.

No me dirigí a casa, al menos no a la mía, sino que me desvié hasta la de Denis. Hacía un par de semanas que no pasaba por allí y ya me había hecho saber que tenía cosas de las que hablar conmigo. Vivía en un piso de la zona oeste del Bronx, conforme ascendía por las escaleras los olores entremezclados se metieron por mis fosas nasales. Era un ambiente pesado y sorprendentemente silenciosos. Había pocos establecimientos por la zona, pocos bares, pocos restaurantes e incluso pocas tiendas en las que comprar comida. Entendía que nadie quisiese montar nada por allí, no era para nada una buena zona, desde luego no llevaría a Becca por ahí nunca.

Llamé tres veces con los nudillos cuando llegué a la puerta de Denis, era de un color granate desgastado y con el brillo comido por los años. Pude notar como alguien se asomaba por la mirilla al otro lado y pocos segundos después pude pasar al interior del apartamento. Denis no estaba solo, había un par de tíos más, los cuales conocía bastante bien, eran bastante veteranos allí también, aunque no tanto como Denis y yo. Pude ver que este se había hecho un nuevo tatuaje en el antebrazo porque lo llevaba recubierto de papel plástico. Estaba fumando sentado en el sofá mientras los otros dos le hacían compañía física, porque con la humareda que había allí dudaba que pudieran articular un par de frases seguidas.

- ¿Qué pasa, tío? -Saludé cuando llegué hasta donde estaba. Me saludó con un apretón de manos y me senté a su lado en el sofá.

- Esperando que te dignases a aparecer. -Aunque solía ser su manera de hablar, esta vez lo hizo de una manera que me hizo ponerme alerta.

- ¿Todo bien?

- No. ¿No te quedó claro lo de no vender en Manhattan? -Tenía la mandíbula tensa como la cuerda de un barco.

- Tenía que recuperar el dinero perdido de alguna manera, saqué el triple en un par de noches. -Intenté justificarme aunque sabía que poco valía todo lo que le dijera, cuando se le metía entre sien y sien no había quien lo sacase de ahí.

- Dinero para pagarle a Felipe tus deudas. No me toques los cojones, Jaden. -Miraba fijamente a la televisión y los demás presentes parecían hacerse los sordos frente a nuestra conversación.

- Necesitaba ese dinero, ya lo sabes. Tenía que conseguirlo de alguna manera, joder. -Me estaba empezando a cabrear y solo quería largarme de ahí.

- Ni una mierda más en Manhattan ¿me entiendes? Y cuidado con cómo te las gastas.

Después de aquella advertencia hablamos de lo que tenía que hacer durante esos días. Lo de siempre, nada novedoso. El único cambio era que tenía que colocar más de lo normal, y sabía que era porque Denis necesitaba un chute de ingresos para después de Navidad. En esa fecha la banda siempre participaba en una carreras, las cuales evidentemente eran ilegales, pero que si ganábamos nos hacían ingresar una cantidad ingente de dinero, que pocas veces en el año se repetían. Teníamos una tregua con la banda de Felipe, por eso podía darme el lujo de pedirle algún favor y hacíamos aquellas carreras. No es que fuese el mejor corredor del grupo, me iban más los coches que las motos, pero siempre participaba en alguna, al igual que Denis. Era por la representación más que nada.

De camino a casa después de haberme bebido un par de cervezas y de haber relajado algo el ambiente, no podía quitarme de la cabeza el deseo de llevar a Becca a aquello. Sabía que le podía dar algo de impresión al principio, sobre todo porque no podía venir con Mad, al menos de que quisiese que aquello acabase en un funeral. Denis no iba a quedarse quieto si la veía. Pero ya me buscaría la manera para no dejarla sola y que accediese a acompañarme, aunque estaba presente la tensión de dos bandas enfrentándose al final siempre lo pasábamos bien, y podía empezar a conocer lo que había detrás de todo lo que se imaginaba en su cabeza en realidad. 

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