CAPÍTULO 36: JADEN

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Me di cuenta de que había sido un capullo cuando la vi alejarse por la acera oscura sacándome el dedo corazón. Me planteé no ir detrás de ella porque sabía que lo último que le apetecía era que la persiguieran, pero eran más de la una de la mañana y acabábamos de pasar el puente, por lo que aún quedaba andar un rato hasta llegar a la zona residencial. Maldije saliendo del coche y salí detrás dando grandes zancadas para poder alcanzarla. Caminaba a toda hostia con esas botas de plataforma con las que parecía que tenía que hacer un enorme esfuerzo para arrastrar de ellas, pero el cabreo parecía que le había dado más energía de la cuenta porque alzaba los pies como si fuesen plumas.

- ¡Becca, espera! ¿Dónde coño vas a estas horas sola?

- ¿No era que no podía coger el metro? ¡¿Entonces como quieres que vuelva a casa?! ¿Haciendo autostop? -Dijo con la lengua afilada de rabia.

Imaginármela parada en mitad de la carretera haciendo autostop me revolvió el estómago sabiendo la clase de gente que se podía parar a ayudarla. Siguió andando para alejarse de mí unos cuantos metros más y yo seguí persiguiéndola intentando acortar distancias. Cuando miró hacia atrás casi pude ver como se le pasaba por la mente la manera de fastidiarme como yo la había fastidiado a ella. Un coche se acercaba a nosotros y Becca se bajó de la acera para ponerse en el arcén sacando el dedo ¡¿Estaba loca?!

- ¡¿Qué haces?! -Estaba empezando a enfadarme de verdad, no como el leche cabreo que me había hecho comportarme como un gilipollas minutos antes.

- Buscarme la vida. -Dijo ella fría como el hielo.

El coche que se había estado acercando, efectivamente, paró cerca de nosotros para invitar a Becca a que se subiera para llevarla a casa, pero cuando el cristal se bajó y vi la pinta de los que iban dentro casi les parto la cara solo por mirarla como lo estaban haciendo.

- ¿Te llevamos a algún sitio, guapa? -Ella pareció recular cuando vio el mismo panorama que había visto yo.

- Esfumaos. -Dije sin siquiera mirarlos.

- No estamos hablando contigo. -Dijo el que estaba sentada en el asiento del copiloto.

- Ni con ella tampoco. ¡Fuera si no queréis que os parta la cara! -Cuando me acerqué un poco más y parecieron recordar quién era, salieron de allí pitando sin siquiera decir nada.

Cuando volví a mirar a Becca vi algo en sus ojos que no me gustó nada. Estaba asustada. Entonces recordé mi aspecto y entendí que el miedo no era solo por los chicos del coche y los del metro, era por mí, por como me había comportado y la pinta que llevaba. Había estado toda la noche en casa de Denis con el resto de la banda. Habían estado fumando y probablemente el olor que desprendía era de todo menos a limpio. Me notaba cansado, tenía los ojos rojos e hinchado y unas ojeras prominentes, además del pelo que ya estaba más largo de lo que me lo solía dejar bastante enredado. Solía tenerlo siempre muy rapado porque si no peinarlo era un puto infierno.

Estaba enfadado porque la banda estaba preocupada por lo que pasase el día siguiente en las carreras. Este año todo estaba más tenso, tanto que la tensión casi se podía cortar con un cuchillo. La alianza entre las dos bandas no pintaba a que fuese a aguantar mucho más tiempo y lo de la noche siguiente saldría o muy bien o muy mal. Ya habíamos entregado nuestra parte del dinero pero ellos la suya no, por lo que Denis estaba muy cabreado. Y Felipe lo estaba con nosotros porque supuestamente tenía derecho a retrasarse por todos los problemas que le habíamos ocasionado en los últimos meses. Estaba frustrado e intentando arreglar el problema con alguna solución temporal cuando Becca me llamó y lo último que me había apetecido era ir a por ella a sacarla de un embrollo que habían provocado tres gilipollas que no sabían donde se metían. ¿Cómo se habían atrevido solo a dirigirse a ella?

Y todo ello era lo que había hecho que le hablase como lo había hecho y que debería tener un coche cuando no tenía ni siquiera carnet para poder conducirlo de forma legal. Cuando todos esos pensamiento pasaron por mi mente y la vi delante de mí, con ese pelo ondulado tan bonito que le llegaba justo por el pecho y sus ojos mirándome con miedo iluminados por las farolas de la calle me sentí como un trozo de mierda.

Me acerqué a ella y la atraje hacía mi hasta que su cara estuvo contra mi pecho y la pude abrazar. Me devolvió el gesto un par de segundos después y sentí como suspiraba aliviada contra la tela de mi sudadera. Hacía un frío de cojones y necesitaba un par de capas más para que el aire fresco no me calase. Me di cuenta de que solo iba con ese vestido que le quedaba tan mono y un abrigo, así que ella también debía de estar helada.

- Anda, vamos al coche que te vas a resfriar. – No dijo nada pero me cogió la mano y se dejó llevar hasta el coche que habíamos dejado unos cincuenta metros atrás.

Se subió en el asiento del copiloto y se hizo una bola, poniendo los pies sobre la tela pero no me importó, luego lo limpiaría. Alargué el brazo para tocarle el pelo mientras avanzaba por Manhattan. Al cabo de unos minutos y cuando estábamos cerca de su casa decidió romper el silencio en el que habíamos estado.

- Me siento una pringada por haber dejado que esos chicos me amenazaran así. Y también por haberte molestado porque está claro que estabas ocupado con algo que tampoco quiero saber...-Ese comentario se me quedó grabado.- Pero no puedo decidir tener o no un coche por muy forrado que esté mi padre. Lo siento. -La última disculpa fue más por la circunstancias que había ocurrido que por sus acciones, porque ahora que se me había enfriado la mente, sabía que no estaban mal.

- Lo que ha pasado no es tu culpa. Tendré que arreglármelas para que no vuelva a pasar nada de lo que ha ocurrido esta noche.

Sabía que para que la gente la respetara no iba a bastan con decir que era mi novia, tendría que incluirla en donde yo estaba metido y eso no era algo que quisiera hacer. Así que tendría que intentar que bastase con otro tipo de acciones con los que se ganase el respeto de la banda al igual que lo tenía yo. Aunque de eso ella no se iba a enterar. La carrera del día siguiente sería el primero de ellos.

- ¿Sigue en pie lo de mañana? -Pregunté llegando a la parte trasera de su casa y rezando para que no se echase atrás. Me miró pensativa pero al final pareció que había pasado por alto mi enfado anterior.

- Está bien. Pero voy a ir vestida como yo quiera, eh. -Me dijo dibujando una sonrisa que me hizo respirar tranquilo sabiendo que no estaba a la defensiva. Le había dejado caer que fuese vestida de sport, pero a esas alturas que se pusiera lo que quisiese.

- Tú estás guapa como sea, nena.

Me regaló otra sonrisa antes de abrir la puerta del coche para bajarse, pero antes de que pudiera hacerlo la agarré para atraerla hacia mí y darle un beso en los labios. Eran sumamente suaves y carnosos y me despertaban tanto calor y excitación por dentro que estaba empezando a pasarlo mal porque no me dejaba traspasar más límites con su cuerpo. Todas las cosas que me gustaría hacerle...

Cuando nuestras bocas se separaron me miró con lo que ya había aprendido a identificar como deseo y con las mejillas algo rojas del sofocón, pero sabía que si seguíamos no saldría nunca del coche. Me dio un último beso muy casto y se alejó de allí meneando las caderas. Esa chica me volvía loco. 

New York State of MindDonde viven las historias. Descúbrelo ahora