Capítulo 37

10 0 0
                                    

Cuando me metí en la cama creí que me costaría dormirme, la ciudad estaba especialmente ruidosa esa noche y la adrenalina que había generado horas antes había hecho que estuviese más nerviosa. Pero al contrario de ello, en cuanto me quité la ropa y me desmaquillé caí rendida sobre la cama blandita y gigante en la dormía ahora. El ruido ya no me molestaba por las noches, si quería dormir dormía independientemente de él, de hecho hasta tenía su encanto. Era una mezcla del ruido del tráfico ya un poco más calmado por la noche, algún claxon lejano, los crujidos de las lonas de metal de los callejones cuando los coche pasaban por encima, los tubos de escape, las conversaciones lejanas de gente que probablemente jamás conocería. Eso era algo que se había incorporado a mi vida con la llegada a Nueva York, la impersonalidad. La mía y la de los demás. Y me encantaba. No saber donde iba nadie y que ellos no supieran donde iba yo, saber que cada uno tenía su burbuja vital y que el resto solo formábamos parte del elenco del paisaje. Me gustaba sentirme invisible en ciertas ocasiones. Todo lo contrario a lo que ocurría cuando estaba con Jaden, todo el mundo me miraba y sabía quién era, sabía que pasaría el día siguiente en la carrera. ¿Era esa mi círculo vital ahora?

Con ese pensamiento me dormí y amanecí algo más tarde de lo normal. Pasé el día intentando alimentar las expectativas que mis padres tenían de mí para que no me recriminasen nada de haber salido la noche anterior y de hacerlo también aquella. Estuve ayudando a mi hermano con una recuperación que debía hacer después de Navidad, solo le había quedado esa pero tenía que aprobar para poder seguir el curso más aliviado. Después de comer fui a la Iglesia a recoger las mesas y las sillas de la cena caritativa que había hecho el párroco para la gente con poco recursos y a la que mi familia contribuyó con casi tres kilos de puré de patatas. Me encontró con Junior, como no. Se me pegó como una lapa. Creía que ya había pillado que no quería absolutamente nada con él pero en esa ocasión no le bastó con que le contestase con monosílabos, sino que además se empeñaba en hablar más de la cuenta.

- Que pena que tuvieras que irte a estudiar tan pronto cuando estuvimos envolviendo los regalos. -Recordé ese día con aburrimiento, esas dos horas fueron una tortura.

- Ya. Tenía que estudiar con Mad.

- ¿Tiene un turismo negro? -Cuando dijo eso se me encogió hasta el culo ¿Me había visto? Intenté quitarle importancia para sonsacarle lo que sabía.

- ¿Por?

- Salí a comprar más papel de regalo a una tienda que hay a unas manzanas y te vi montarte en un turismo negro, pero te habías cambiado de ropa... – No se le pasaba ni una a aquel idiota. Mi mente se agilizó todo lo que pudo para contestar de forma creíble.

- Me recogió Alice, ella también vino, le venía mejor recogerme por allí.

- ¿Y por qué te cambiaste de ropa?

- ¡Joder! -Me encogí sobre mí misma en cuanto me escuché decir aquello en la Iglesia. Afortunadamente no había mucha gente.- Porque aunque no lo creas, vestir con pantalones de gasa y manoletinas es bastante incómodo, y sobre todo cuando empieza a refrescar.

Después de aquella conversación no volvió a dirigirse a mí hasta que se despidió con un serio "Adiós" cuando me fui. Jaden me recogería después de cenar en la parte trasera de mi casa, así que cuando comí el pastel de carne tan rico que le salía a mi madre me di una ducha caliente y me arreglé un poco. El pelo caía ondulado informal y me puse un gorro color marfil para ahuyentar el frío, que aunque se había aplacado desde el día anterior, seguía siendo bastante agudo. Me maquillé un poco, no demasiado pero lo junto para darme un aspecto saludable y me puse un jersey rosa palo con unos pitillos negros y unas botas del mismo color. Todo ello con una capa de ropa térmica debajo y un anorak del mismo color del gorro encima. No quería congelarme en mitad de la nada.

New York State of MindDonde viven las historias. Descúbrelo ahora