XIV

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20 Octubre de 2018, Sacramento, California.

—¡Me asusté! —repetí. David estaba gritándome al teléfono porque tuve la brillante idea de contarle lo que pasó con James y Marie.

—Tienes que decírselo —contestó él. De fondo en el teléfono sonaban máquinas funcionando. Eso me dijo que se encontraba supervisando la impresión de los nuevos libros.

—Noooo. No ha hecho nada más que mandar notas y hacer llamadas. Sólo intenta aterrorizarme.

Me paseé por mi oficina. Tenía que hacer llamadas para que los contenedores de Linda Dove comenzaran a producirse y el producto pudiera ser lanzado en el tiempo que ya estaba estimado. Ella estaba viniendo la próxima semana para ver una muestra y aprobarla, por lo que tenía que darme prisa y probablemente presionar un poco a los fabricantes a pesar de que yo era la que se había demorado. Es sólo que toda esta cosa estaba tomando demasiado de mí y en un momento de poca lucidez pareció inteligente desahogarme con mi hermano.

—Pues lo está consiguiendo. —Él de verdad estaba reprendiéndome.

—Sólo fue una reacción. No pasó nada. Lo que me preocupa es que tengo que darle alguna explicación.

—¿Qué le dijiste? —Inmediatamente noté que él pensaba que mi respuesta había sido atropellada y tonta.

—Que había visto una película de terror y que me puse toda paranoica por nada.

—Tiene que ser estúpido para no darse cuenta de que eso es una mentira.

—Pues claro que se dio cuenta de que era una mentira, David. Maldita sea, si se lo hubiera tragado no me preocuparía por tener que explicarle una mierda —respondí—. Fue lo más lógico que pude armar en ese momento y no creo que tú lo hubieras hecho mejor en mi lugar, así que deja de tratarme como si fuera incapaz de armar una oración.

—No es eso, Julia. Simplemente quiero protegerte y no me lo permites.

—Las cosas no sólo se hacen bien si están bajo tu control. Soy muy capaz de manejar mi vida. He madurado y no sólo tengo que considerarme a mí misma, sino a Marie. Te recuerdo que la primera persona que me alentó a salir con James fuiste tú. —acusé—. Fue un error y tampoco es como que no se pueda arreglar. Sería de más ayuda un poco de apoyo de tu parte en lugar de sólo decirme todo lo que hice mal.

Corté la llamada y fui en busca de las personas que necesitaba para continuar haciendo mi trabajo.

...

Salía de las oficinas de Joule's hacia el estacionamiento para conseguir mi coche cuando un agarre en la muñeca me detuvo y tiró de mí hacia atrás. Como hace no tantos días, el miedo y el instinto de supervivencia despertaron, dejándome lista para huir o luchar, pero salir con vida de cualquier cosa que me estuviera amenazando. Sin embargo, me quedé helada al ver a la persona frente a mí, pues no la esperaba en lo absoluto y no tenía sentido alguno que estuviese aquí.

—¿Qué? —preguntó ella. El cinismo se desbordaba de sus palabras como un río desbocándose violentamente— ¿No te da gusto verme de nuevo?

Nadia vestía un precioso traje en color rosa pastel y llevaba el cabello teñido de rubio recogido en una media cola. Usaba poco maquillaje, el suficiente como para verse natural y profesional. Sus tacones hacían que me superara en altura y sus accesorios obviamente valían más que todo lo que yo poseía en conjunto.

Por alguna extraña razón, ese sentimiento de envidia que normalmente aparecía cuando veía a alguien más bonita o «pudiente» que yo, se quedó rezagado al fondo de mi cerebro y una vez que el impacto de verla allí menguó un poco, fui capaz de mantener la cabeza fría y en alto. Quizás James no pudiera decirle todas sus verdades a la cara, pero yo sí que podía y si me provocaba, no dudaría en reclamar un poco de justicia por todo lo que le estaba haciendo pasar a él y, de paso, el tiempo que me estaba haciendo perder.

PISTAS DE QUIÉN SOY (Saga Pistas #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora