XV

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—Buenos días.

Sentí movimiento en la cama todavía dormida. Alguien hurgaba entre la colcha y las sábanas para intentar llegar hasta mí. Calor me atrajo hacia el cuerpo que invadía mi espacio y una vez que llegué hasta él, me rodeó plácidamente.

Abrí los ojos lentamente para que la luz no me molestara. Iris de color Jade fue lo primero que vi. Entonces recordé cómo James nos trajo a su casa y nos ofreció una habitación a Marie y a mí.

—Hola.

—¿En dónde está Marie?

—Está allá abajo desayunando con William y Emily.

—Hmmm... —Fue algo como un «sí» ronroneado.

—Vine a ver cómo estabas. Pensé que querrías desayunar y después ir al hospital. Te dejaré allí y pasaré por la escuela para llevar a Marie y a Will. Llamé a Gaby para hacerle saber que llegarías tarde hoy.

—¿Qué hora es?

—Temprano.

Por fin me espabilé completamente y noté que la luz en la habitación provenía de una lámpara y que las ventanas apenas mostraban un indicio del amanecer.

—¿Cuánto dormí?

—Unas dos, tres horas. —dijo él. Aún en la bruma del sueño, podía apreciar lo sensual que su voz sonaba a primera hora de la mañana, ronca y profunda, pero suave para concordar con la escasez de ruido y actividad que caracterizaba el momento antes de que el sol saliera—. Anda, preciosa. Arriba.

Solté un suspiró y, tomando aire de nuevo, me estiré como un gatito en la cama. Giré hasta encontrarme con James.

—Gracias por todo, en serio.

Como siempre, su buen humor iluminó mi vida. No tenía idea de cómo se encontraba Fee, para lo que yo sabía, incluso podría haber muerto durante la noche, pero algo en la actitud de él me hacía confiar en que, de alguna forma, ella estaba bien.

—¿Sabes algo de Fiona? ¿David llamó?

—Me temo que no. Por eso te voy a llevar al hospital y haré espacio para ir a acompañarte y después llevarte a ti y a tu hermano a tu casa para que ambos puedan conseguir lo que necesiten.

—No sé qué hice para merecerte —confesé. Me acerqué lo suficiente como para tomar su cara en mis manos con cuidado, recibiendo sutiles espinazos por parte de su barba, y dejando un beso en su nariz. No estaba segura de qué tan bueno sería mi aliento de la mañana y no quería descubrirlo ahora mismo. Al parecer a él no le importó porque me jaló para un beso completo.

—Sólo tuviste que caer en un charco de lodo.

—Oh, sí, mi vestido quedó arruinado... Pero supongo que valió la pena.

Me separé de él y bajé de la cama, siendo inmediatamente atacada por el frío. Todavía llevaba el mismo pijama desde que pasó el accidente y necesitaba un baño.

—¿Puedo tomar un baño?

—Seguro. —Él también dejó atrás las cobijas y las sábanas y se puso de pie. En comparación a mí, James estaba duchado y vestido con un traje. No lo había notado antes, pero su cabello estaba un moco mojado y despeinado.

Se movió para abrir una puerta dentro de la misma habitación que daba paso hacia un bonito baño con paredes de color lavanda y suaves decoraciones en azul y blanco. Extendió una mano dentro de la ducha, abrió la llave del agua y ajustó la temperatura. Sacó un par de toallas de un armario y las dejó disponibles para mí. Una botella de shampoo, una barra de jabón, un cepillo de dientes, un bote de pasta dental, rastrillos y crema facial y corporal nuevos fueron añadidos a sus atenciones.

PISTAS DE QUIÉN SOY (Saga Pistas #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora