XXIII

22 3 0
                                    

1° de Marzo de 2019, Sacramento, California.

Tal y como el pronóstico lo dictaba, era un día precioso y soleado; tal como había anticipado, no pude pegar un ojo en toda la condenada noche, más que cuando tuve una pesadilla. Vi cómo llegaba el amanecer y por primera vez en la vida lo detesté con todas mis fuerzas. Poco a poco fue cambiando de un matiz oscuro a uno brillante y saturado, feliz, esperanzador. Odié que no correspondiera con mis sentimientos, el arrebol era completamente opuesto a mi estado de humor, imposible mimetizar mi desdicha con él.

Como fui la primera en despertarme, puesto que en realidad había pasado toda la madrugada en vela, tuve que encargarme del desayuno. Descubrí wafles congelados en el refrigerador y una tostadora. Genial. Los calenté un minuto en el microondas y después los puse directamente a tostar. En cinco minutos ya tenía un desayuno fantástico. Yuju. Ahora necesitaba algo de jarabe y mantequilla... Oh, sorpresa, David no tenía ninguno de los dos. Con una mueca en la cara, solté un bufido y en pantuflas y pijama, tomé mi cartera, bajé en el elevador y crucé unas calles hasta llegar a un Seven Eleven. Escogí el primer jarabe que vi y la mantequilla más barata, pagué y regresé hasta el apartamento. Para ese instante, David ya se había despertado y me miraba entrar con mis compras como si se me hubiera zafado un tornillo.

Me lavé las manos, derretí la mantequilla en el microondas porque seguro que el condenado wafle ya se había enfriado y la vacié sobre él, junto con una cantidad indecente de jarabe. Le di una mordida. Sabía chicloso, a diabetes y arterias tapadas. Bien. David también calentó sus wafles, pero él hizo algo más elaborado con leche y huevo en una sartén, tipo pan francés. Carajo, olía delicioso. Ahora me arrepentía de haber comido esa porquería de desayuno. Me quedé lamentándome unos minutos hasta que David puso un plato de comida frente a mí y dejó un beso en mi mejilla. Lo miré sin entender nada.

—Ya sé qué día es hoy. No pasa nada. Come. —Asentí agradecida mientras él se sentaba con un plato para sí mismo. Visualicé dos wafles restantes en la sartén, para Marie. No dije nada más y disfruté en silencio. Era una pésima hermana, se supone que su cumpleaños había sido el día anterior y él todavía merecía que lo consintieran... sólo que... tan sólo que... No podía.

—Haré la comida. Lo prometo —intenté compensar.

—Bien. Es un trato justo —accedió amablemente—. ¿A qué hora vendrán tus amigas?

—Más tarde, alrededor de las seis. Eres bienvenido a unirte.

—¿Habrá más comida?

Llevó su plato a fregar y lo dejó sobre la pila de todos los trastos que se habían ensuciado en la fiesta. Me lleva, había olvidado que también tenía que hacerme cargo de eso.

—Sí. Johanna también se nos unirá, prometió traer cosas dulces con las que apaciguar mi pena. Linda traerá tacos.

—Genial, vendré a robarles provisiones.

En ese momento Marie llegó, reclamando por comida. David la sentó a la mesa y le dio su porción.

—Escuché que vas a publicar un nuevo libro —comenté.

—Así es. Tengo que ver al cliente de nuevo el Martes de la semana que entra. Este es el más importante que he hecho hasta ahora, Jules. Deberías felicitarme.

—Te felicito. Lleva esa estilográfica que te dejó Fee a tu reunión, seguro que le dejas buena impresión con eso.

Sonrió satisfecho.

—Cuenta con eso.

Oh, contaba con eso. Esa maldita pluma tenía más atención que cualquier persona en su vida. Mi hermano se negaba a tener mascotas, pero estaba segura de que si alguna vez tratara a un perro como trata a sus artículos de colección, lo llevaría al spa y sólo lo alimentaría con filetes de primera calidad, lo vestiría con nada más que Gucci y le limpiaría las patas cada que pisara el suelo del exterior. Si yo fuese un cliente y viera que una persona tenía tanto cuidado con un objeto personal, lo contrataría de inmediato. Si así trataba a sus plumas, imagina lo que haría con mi trabajo... Eso o sólo era yo intentando ensalzar las cualidades de mi hermano.

PISTAS DE QUIÉN SOY (Saga Pistas #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora