Capitulo 24: La noche en la mansión (Parte I)

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Llegamos por fin a la "mansión", era tal como me describió Romeo, pero no me da buena espina, no se porqué, hay algo que no me encaja. ¿Cómo puede ser que una mansión este abierta así porque si? ¿Quién hace algo así? Es un propiedad privada y están abiertas las puertas como si fuera un parque del terror.

Ignorando mis pensamientos, me centro en observar está mansión, entramos dentro de la casa, está muy pero que muy sucia, no se cómo voy a aguantar aquí una noche entera y la pregunta de millones: ¿Dónde y cómo vamos a dormir? ¿Habrá alguna cama o algo? Porque claro en el suelo tan sucio no vamos a dormir.
O si...

—Voy a ver por las  habitaciones si hay algunas mantas o colchón u algo—le aviso a Axel—.

—Te acompaño, a no sea que vayas y te encuentres alguna momia u algo y vengas gritando como loca—bromea él

—¿Yo? ¿Miedo? Ja, yo no tengo miedo de nada, lo que pasa es que tú—le señalo con el dedo— tienes miedo de quedarte solo aquí—.

—Que desagradecida eres Akira, en vez de darme las gracias por ofrecerme a acompañarte ¿me dices estas cosas?—se hace el ofendido—No me esperaba eso de ti Akira—niega con la cabeza decepcionado.
¿Desde cuándo Romeo es tan dramático?

—Y luego la dramática soy yo eh.

—Y que no, de tanto estar contigo se me ha pegado. Necesito alejarme de ti ya, no sé qué más me pegarás si paso más tiempo contigo—se da media vuelta poniendo la mano en la barbilla y la otra apoyando el sobre el codo.

Abro la boca indignada poniendo la manos en la cadera.

—¿Necesitas alejarte de mí? Adelante puedes irte ahorita, nadie te va a rogar que te quedes—le digo yo, despues de unos segundos de silencio añado—No, me voy yo, quédate tú aquí con los niños yo me buscaré la vida solita sin pegar nada a nadie—al terminar de decir eso y empiezo a caminar hacia la salida.

Pero el muy idiota, me coge de la muñeca desde atrás.
Respiro profundamente intentando controlar mi enfado.

— Oye que estaba de broma—se ríe el —que fácil es hacerte enojar pequeño demonio.

Le lanzó una mirada fulminante ante su último comentario.

—TU estarás de broma yo no—suelto de su garré mi muñeca y sigo caminando.

—A donde vas a ir sola y encima a estas horas, esta por hacerse de noche.

—Eso a ti no te tiene que importar ¿okey?—.

—Claro que me importa—exige él.
Se para frente mia impidiéndome el paso.

—¿Porqué?—le pregunto cruzándome de brazos.

Y allí Romeo se queda sin habla, parece como si le hubiera preguntado el resultado de una ecuación de matemáticas.
Obvio yo no le importo, que respuesta va a tener.
Se queda mirándome a la cara intentando buscar una respuesta que seguramente no la encuentra o no existe.

—Eh...—se rasca la nuca nervioso mirando hacia otro lado.

—No hace falta que inventes excusa, se que no tienes nada que decir, porque claro porque te iba a importar yo, ni siquiera creo que seamos amigos.

—No es eso...—murmura el.

— Si es eso Romeo— le digo eso y paso de lado suya.

Estoy a punto de cruzar la puerta pero entonces él me coge del brazo y me hace dar una vuelta y termino acorralada contra la pared, en su agarre.

—¿Cuál es tu maldito problema?—le pregunto molesta.

—No puedes irte de aquí—ignora mi pregunta—tienes permiso  para enfadarte cuanto quieras pero no tienes permiso para irte de aquí enfadada.

Mi enemigo  favoritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora