Capítulo 53| Seattle

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Dulce

—No creo en esas cosas —se encogió de hombros Damon.

Yo lo mire e hice un puchero, creo que fue lo suficientemente tierno para que terminara cumpliendo mi capricho.

Como tradición nuestra, nos habíamos perdido en Seattle al tercer día terminando así en una fiesta ilegal, no pregunten como pero terminamos siendo perseguidos por la policía.

Hoy, siendo el cuarto día y ya casi anocheciendo solo nos quedaba una cosa por hacer aunque ahora nos estábamos desviando un poco.

—Confía —agarré su mano y lo guie entre la multitud que había en el muelle.

Ya quería subirme a esa rueda gigante pero no sin antes terminar con lo que me había llamado la atención primero.

Entramos a la tienda que parecía más una gigante carpa, era un puesto un poco alejado pero con luces que resaltaban.

—Los estaba esperando —dijo la señora viejita apenas pasamos las cortinas, aunque hizo un gesto al ver a Damon a mi lado —Esperaba unos azules no grises.

Sonreí y salude por educación tratando de ignorar el comentario que no comprendí, mientras que Damon parecía estar perdido en marte.

— ¿Qué no te tiene contento? Muchacho ¿Qué planes no están yendo por su curso?

Ver la cara de Damon me decía que la señora había acertado.

—Todo bien —dijo él cerrado.

—Eres de las personas que le gusta tener todo bajo control —lo miró seria —Cuidado con lo que destruyes en tu camino.

Sus palabras me dejaron un poco confundida pero yo quería saber más pero de mí.

— ¿Qué dice de mí? —sonreí emocionada.

Ella regó algunas hojas secas sobre su mesa luego comenzó a moverlas y molerlas, terminó soplando y negó con la cabeza.

—Muchas sorpresas, una más grande que la otra...—me miró seria.

De repente un escalofrío recorrió mi cuerpo.

—Anciana, deja de engañarla, Dulce puede ser como un bebé...—soltó fresco Damon.

Lo mire molesta ¿Cómo le decía anciana?

—Anciano tú —le sonrió la señora —Qué estas de novio con una menor de edad.

Los dos quedamos con la boca abierta mientras la viejita sonreía y comenzaba a barajear sus cartas.

—Veré su futuro, saquen 3 cartas cada uno —cuando terminó de barajear, yo saqué mis cartas al azar pero fue Damon quien los sacó dudando.

Esto no le empezaba a gustar pero a mí sí.

Ella pidió mis cartas y las tendió en la mesa.

— ¡Ay pequeña! —Dejó salir un largo suspiro, lo que me preocupó —Tu futuro está marcado por la desgracia —abrí los ojos perpleja —Pero tranquila, después de la tormenta viene la calma pero a veces la calma no es suficiente. —saber que habría calma en mi vida me hizo sentir tranquila pero eso último me hizo dudar. — ¿Quieres saber su nombre?

¿Qué? La miré inmóvil ¿Nombre? ¿Cómo que una persona seria mi calma? Mire a Damon esperanzada, él sería mi calma, no tendría dudas.

—Si...

Ella hizo no sé qué nuevamente con las hojas en la mesa pero pareció repetir nuevamente el trabajo.

—Puede ser muy confuso —asintió para sí misma mientras dejaba caer las cenizas de las hojas marchitas —Parecer que el destino está confundido ¿Eh?

Prohibido Enamorarse de Dulce ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora