Capítulo 12 | El cumpleaños de Sam

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Dulce

— ¡No será la noche más divertida de mi vida!

— ¿Por qué estas siendo tan dramático? —me paré de mi cama en un salto y le lancé una almohada con todas mis fuerzas.

— ¿Me quieres volar la cabeza? —gritó exagerado.

Sin escucharlo más, caí nuevamente en mi cama sin ganas ni de respirar.

—Si de esa forma logro callarte, pues si —bufé —Además ¿Cuál es tu bendito problema?

—No tengo ropa.

— ¿Me estas jodiendo? —Me levanté nuevamente de golpe para lanzarle otra almohada— Haz traído como cinco maletas ¿COMO NO VAS A TENER ROPA?

—O sea si tengo —se reincorporó del suelo donde se había sentado para hacer su berrinche —Pero nada que me haga lucir como un universitario, después de todo vamos a una fiesta de "Mayores" —hizo un gesto de comillas con los dedos respecto a la última palabra.

Solté una carcajada mientras me metía al baño para lavarme los dientes.

—Estás loco pero...—salí con el cepillo en mi boca —Bueno, solo me queda apoyarte ¿Qué planeas hacer? ¿Quieres que te preste mi ropa?

—Si claro, préstame unas faldas y un sostén.

— ¿En serio? —arrugué las cejas.

—Obvio que no, niña, creo que saldré a comprarme ropa.

— ¿Ahora? —Me senté en el suelo justo frente a él —Falta una hora para que nos vengan a recoger, recuerda que luna dijo que vendría por nosotros a las nueve en punto.

—Es suficiente tiempo —señaló confiado mientras se levantaba del suelo y se ponía sus zapatillas deportivas. —Regresaré antes de la hora acordada, te lo aseguro.

—Eres un caso perdido ¿Los hombres son tan desorganizados?

— ¿Las mujeres son tan preguntonas?

—Pues claro, nos gusta estar al tanto de todo.

—Bueno, te aseguro que para las ocho, cuarenta y cinco estaré en esta casa.

—Más te vale, te estaré esperando.

—Ujum por cierto ¿A qué hora llegará tu papá?

—No lo sé, recuerda que solo dejó una tonta nota en el refrigerador, avisando y advirtiendo que no saliéramos.

— ¿Entonces no cumpliremos lo acordado con Julie? —Mencionó desanimado —Nos dejará sin comida mañana.

—Lo haremos.

— ¿Qué?

—Julie dijo que debíamos avisarle a papá que saldríamos.

—Exacto

—Pero no dijo cuándo.

Darren abrió los ojos asombrado por lo malvado de nuestro tonto plan.

—Bueno, mente criminal, entonces me iré con la conciencia limpia.

—Puedes irte, mi estimado primo.

—Vale pero no salgas hasta que llegue, cuídate y...—bajó a mi altura para darme un besito en la frente —Hasta más tardecito.

—Cuídate tu también —grité mientras lo veía salir de mi habitación. —Cuidado de que no te pise un carro.

—Lo haré y no pienses en que me atropellarán —fue lo último que lo escuche decir, se llevó mi auto y me dejó sola en esta casa.

Prohibido Enamorarse de Dulce ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora