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Finalmente su primer día de clase en Alemania había llegado y sin embargo Lewis se sentía como si su alma se hubiera salido y estuviera dando vueltas por ahí sin importarle el bienestar de su cuerpo. Podía decirse que estaba en un estado de shock mecánico. Se seguía moviendo, seguía hablando, pero lo hacía como un autómata. Mayormente se quedaba en silencio tratando inútilmente de asimilar lo que había hecho el día anterior.

Cuando se había despertado Max ya no estaba en el cuarto. Empezaba a pensar que ya eso iba a ser una rutina. En el fondo lo agradeció, no tenía ni idea de cómo lo iba a mirar a la cara ahora que había vuelto a sus sentidos. Le daban ganas de golpear su cabeza contra la pared cuando pensaba en lo que había hecho. Seguía sin creer que él mismo había estado gimiendo como una perra debajo de su compañero de habitación que acababa de conocer y que para colmo de males era un hijo de puta de marca mayor. Ni siquiera notó a las chicas que se le quedaron mirando por los pasillos e incluso estuvo a punto de llegar tarde a su primera clase por que no podía encontrar el salón.

Una vez que la clase comenzó, se permitió a sí mismo concentrarse en las materias, en vez de darle vueltas a sus recuerdos. Así fue como, más o menos, logró sobrevivir a la primera mitad del día. A la hora del almuerzo no pudo evitar notar, por muy distraído que estuviera, como algunos comentarios se generaban a su alrededor. Al principio no supo a que se debía, pero después recordó que su almuerzo con Charles había sido casi como una cita de famosos. Supuso que la mayoría de los comentarios serian respecto a su relación con Charles. Afortunadamente nadie hizo preguntas directas. Almorzó solo y regresó al edificio central. Aún le quedaba una clase de inglés.
Por lo que había notado, las clases que eran opcionales comprendían a estudiantes de distintos años. Tal era el caso de los idiomas y la historia mundial. El solo tenía opcionales inglés y japonés. Entró al salón y notó que en efecto, había todo tipo de personas allí. Su entrada también llamó bastante la atención. Ya de por sí, su aspecto de playboy decolorado con gorra y piercings llamaba bastante la atención, a eso, por supuesto, había que agregarle lo de la cafetería y era más que suficiente para hacer una entrada bastante dramática en un salón medianamente lleno de gente. Miró a su alrededor y buscó una zona donde no hubieran muchos asientos ocupados y se sentó allí. Estaba más cerca del final del salón que del principio, era uno de esos salones tipo auditorio donde los asientos se van elevando a medida que se alejan del centro y son solo largas filas de asientos con pupitres para apoyar. Se dejó caer en la silla y se quitó la gorra en un gesto muy típico de él, se acomodó el cabello y se la volvió a poner, esta vez con la visera hacia atrás para que no le molestara. Sacó una libreta, su bolígrafo y se preparó para la clase. Comenzó a juguetear con el bolígrafo mientras esperaba a que llegara el profesor.

De repente se hizo un silencio sepulcral que le resultó extrañamente familiar. Asumió que el profesor había llegado por lo que dejó de tontear y miró hacia el frente. Sin embargo la persona que entró por la puerta no era, ni de cerca, el profesor de inglés.

Genial.

Lewis deslizó una mano por su rostro mientras soltaba todo el aire que tenía en los pulmones.

Simplemente genial.

Max acababa de hacer otra de esas entradas de película mientras miraba a todos a su alrededor con ese rostro amenazante que tan bien se le daba poner. Comenzó a avanzar hacia la parte de atrás en búsqueda de un asiento con las miradas de todos fijas en él, excepto la de Lewis que trataba de hundirse en su asiento y de mirar hacia cualquier parte menos hacia él.

Sin embargo fue inútil. Max reconoció el cabello debajo de la gorra a varios metros de distancia. Su rostro se iluminó con una sonrisa burlona y fue directamente hacia donde estaba Lewis, sentándose justo a su lado, a pesar de que había varios asientos vacíos. De nuevo se escucharon algunos murmullos y Max miró complacido la reacción que provocaba sus acciones. Lewis seguía inmóvil mirando hacia otro lado.

El anexo; Lewstappen. AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora