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Lewis bajó las escaleras aún con las botas en la mano. Ya había oscurecido pero no era tan tarde todavía. Se dirigió hacia la salida del anexo y cuando estiró la mano para abrir la puerta sintió una voz profunda que lo llamó.

—¿A dónde vas con esa cara de asesino serial?

Se dio la vuelta y en la penumbra del pasillo pudo distinguir la figura de Charles junto a la máquina expendedora. Hizo lo que pudo por relajar su rostro para contestar.

—Buenas noches, Charles. Solo voy a dar una vuelta.- Contestó señalando hacia afuera con el pulgar de la mano que tenía libre.
Desde donde estaba. Lewis era apenas visible, pero Charles si lo podía ver perfectamente a él. Notando así todos los detalles, la ropa estrujada, el pelo desarreglado, las botas en la mano...la erección. Lo miró durante un par de segundos y luego salió de la penumbra acercándose a él.

—¿Te molesta si voy contigo?- le dijo acercándosele demasiado, hablándole bajito con su aterciopelada voz.
Lewis lo miró dudoso. Recordó momentáneamente la advertencia de Max sobre Charles. Le había dicho claramente que no se acercara a él. No pudo evitar mirar hacia la escalera y volver a pensar en lo que acababa de pasar.

—Claro, ven.- le contestó finalmente con una sonrisa.

Al carajo lo que dijo Max.

Salió del anexo seguido de cerca por Charles, no sin antes ponerse sus zapatos.

—¿A dónde quieres ir, Charles? Yo solo quiero caminar.

Charles se adelantó un par de pasos y luego giró su cabeza para contestarle, mostrándole esa perfecta sonrisa de artista que tenía.

—Vamos a un lugar donde podamos hablar.

—¿Qué lugar seria ese?

—Hmmm, no sé. Luces un poco frustrado. ¿Qué tal un bar?

Lewis se detuvo y miró a Charles, sorprendido.

—¿Un bar?

—Sí, dale vamos.- lo agarró por la muñeca y tiró de él hacia el parqueo que había detrás del anexo. Solo había un auto parqueado, Charles se acercó y extrayendo una llave de su bolsillo le quitó el seguro y abrió la puerta. Lewis se quedó de pie frente al auto sin saber qué hacer.

—¿Charles?

Charles lo miró sin dejar de sonreír.

—¿Qué haces? Súbete.

—¿Este es tu auto?

—¿Luzco como alguien que se robaría un auto?

—No... pero...- Lewis no podía dejar de mirar el auto. No era precisamente el modelo del año pero muy lejos no estaba. Incluso era descapotable. Se acercó, aún un poco dudoso y abrió la puerta del copiloto. Miró por última vez a Charles que ya se había sentado y estaba encendiendo el auto, finalmente se resignó y se sentó también cerrando la puerta con cuidado.

—Ponte el cinturón- le dijo Charles antes de acelerar y salir finalmente del estacionamiento.

Condujeron por unos quince minutos, sin incluir una breve parada en la gasolinera. Charles los llevó al centro de la ciudad. No había mucha gente en la calle pues era un día entre semana lo cual hizo que Lewis se sintiera un poco culpable. No le parecía correcto que un par de estudiantes fueran a un bar teniendo clases al día siguiente. Pero bueno, Charles lucía animado. Notó que no llevaba gafas o gorra y que incluso se había levantado un poco el cabello. Lucía realmente bien, un poco más masculino de lo usual, tal vez el hecho de que estuviera conduciendo un auto deportivo rojo ayudaba un poco, pero en general Lewis podía notar la mejora. A menos que solo fuera así por las noches.
Se detuvieron frente al bar. Se trataba de un local bastante elegante pero no era precisamente cinco estrellas. Al bajarse del auto unas cuantas miradas se desviaron hacia ellos. Como si lo hubiera hecho toda su vida, Charles le extendió las llaves del auto al encargado de estacionar los vehículos y una pequeña propina. Entró con absoluta confianza seguido de Lewis que miraba a todas partes sintiéndose un poco fuera de lugar. Se sentaron en una mesa un poco apartados del centro del salón y Charles pidió la primera ronda de cervezas.

El anexo; Lewstappen. AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora