19

340 29 15
                                    

James se revolvió por enésima vez sobre el asiento. Ya llevaba más de dos horas allí sentado y estaba comenzando a mosquearse. Los otros dos chicos parecían entretenerse conversando en un rincón mientras fumaban un cigarro tras otro. Miró una vez más la hora. Faltaban unos minutos para las once de la mañana. Dentro de poco comenzaría la acción de nuevo. Solo le quedaba esperar. Max continuaba tirado en el suelo, atado a la tubería del desagüe. John lo miraba a cada tanto, a veces se movía y otras veces simplemente permanecía quieto. Supuso que estaría perdiendo y recuperando el conocimiento alternativamente. Anotó mentalmente que la próxima vez que hiciera algo así debía usar una dosis más baja de somnífero.

Su teléfono sonó, sorprendiéndolo. Contestó de mala gana.

—¿Qué?

Era Ocon.

—¿Cómo va eso?

—Bien. Estoy esperando a que se cumpla el plazo para que me lo traigan.

—Sigo pensando que deberías encargarte de Max en vez de estar jugando por ahí.

—Ya te dije que me importa un carajo Max, solo quiero acabar de meter a Charles en el negocio.

—¿Por qué insistes en eso? Sabes que ya no es necesario. Aunque no estaría del todo mal...

—Sabes que no me gusta dejar las cosas a medio hacer. Además donde haya beneficios es donde meteré la nariz. No te preocupes, si se les ocurre cualquier cosa imaginativa entonces tienes luz verde para encargarte de Max.

—No me parece que debas seguir actuando como si fueras superior a mí. ¿Sabes que si lo quisiera te tendrías que encargar de él te guste o no?

—No te pongas así, Ocon. Puede que ahora seas el líder pero no olvides de dónde vienes. Déjame el asunto de Max a mí por ahora. No tienes de que preocuparte.

—Lo sé. Pero sigue sin gustarme tu modus operandi.

—Deja de quejarte y no me molestes. Cuando pase algo yo mismo te llamaré.

—Está bien.

John colgó sin despedirse y se metió el teléfono en el bolsillo. James y el otro habían dejado de hablar y le estaban prestando atención a la conversación.

—¿Hay algún cambio de planes?- preguntó un Jake poniéndose de pie mientras apagaba su undécimo cigarro con el talón de su zapato. James seguía agachado mirando como las volutas de humo subían hasta el techo y se dispersaban en la penumbra.

—No, todavía tenemos que esperar.

—No deberíamos haberles dado tanto tiempo. Ahora tengo hambre.

—¿Quieres volverte jefe mío ahora tú también?- el humor de John iba empeorando paulatinamente y la voz de Jake le resultaba particularmente irritante. Este simplemente retrocedió mientras ponía las manos en alto. Ya sabía que era inútil hablar con John cuando se estaba poniendo así. El teléfono del mayor volvió a sonar y esta vez lo agarró dispuesto a rechazar la llamada. No tenía ganas de hablar con nadie, pero el número que salió en su pantalla era uno que conocía muy bien, a pesar de no tenerlo registrado en sus contactos. Salió de la habitación para tomar la llamada en el pasillo.

—¿Tony?- contestó en voz baja.

—Tienes razón...- una voz que conocía pero que definitivamente no era la de Anthony.—... es bastante divertido oír como contestan el teléfono con esa vocecita preocupada.

—Tú...- John se estaba tardando en entender. Su mente estaba haciendo algunas asociaciones pero él simplemente no se atrevía a entenderlas.

—¿No sabes quién soy? No te hagas, tú no eres nuevo.

El anexo; Lewstappen. AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora