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Observó cómo Lewis se cambiaba la ropa de dormir mientras una resolución se formaba en su cabeza. Se puso en movimiento también y se dirigió al armario para cambiarse también.

—Ven conmigo. - Le dijo a Lewis mientras se vestía. Este solo lo miró de reojo con expresión fastidiada.

—De verdad que hoy no estoy para tus jueguitos.

Max lo miró y agarrando su celular de encima de la cama le dijo.
—No quería recurrir a esto hoy, pero necesito que hagas lo que digo.- Lewis miró el celular para luego resignarse mientras se subía la cremallera de sus pantalones.
Terminó de vestirse y esperó a que Max hiciera lo mismo. La cabeza le dolía cada vez más pero no quería discutir. Ahora que Max estaba despierto se sentía incómodo alrededor de él. Tal vez por haber descubierto algo de nuevo dentro de sí mismo, o que tal vez solo hubiera surgido, pero la cuestión era que estar alrededor de Max ya no era lo mismo que había sido ayer. Se sentía asfixiado dentro de aquella habitación inundada por su presencia. Solo miraba en silencio como iba y venía hasta que sintió que su pecho estaba comprimido y su estómago algo revuelto.

—Voy al baño. -Le dijo y tomó sus útiles de aseo.

—Está bien. No te tardes.-Max dejó lo que estaba haciendo para mirarlo. Su expresión parecía querer decir ''no huyas'' pero no habló más allá de eso.
Lewis salió finalmente y pudo respirar. La puerta de la habitación de enfrente lo miraba silenciosa y acusadora. Ya en el baño siguió pensando. Dándole vueltas a todo el asunto. Por primera vez quería pensar, pero su migraña no se lo permitía. Quería aclararse a sí mismo qué era lo que estaba sucediendo dentro de su cabeza, pero sus pensamientos eran un amasijo de nombres, caras, ideas y sensaciones. De recuerdos vagos y recuerdos nítidos, de cosas que quería recordar y cosas que no. Nunca había estado tan abrumado. Ni tan confundido.
Se echó agua en la cara. Lo hizo varias veces. Se peinó el cabello chino hacia atrás con las manos húmedas y se miró en el espejo. Era el mismo de siempre, pero lucía agotado. Analizó cuidadosamente la imagen que le era devuelta. Notó un moretón cerca de su clavícula y otro en su brazo. Recordó. Su mente se desplazó hasta el momento y secretamente deseó haber continuado. Se volvió a sentir como una mierda, así que se echó más agua.

Escuchó unos golpes en la puerta. Una voz que conocía.

—¿Estás ahí?
Sonaba rara. Sin imposición, sin ironía.

—Ya voy. – recogió sus cosas y salió. Max solo caminó a su lado, de vuelta a la habitación. Recogieron ambos un par de cosas y salieron en silencio. Caminaron uno junto al otro por varios minutos. Max caminaba a su lado con las manos en los bolsillos, mirando a todas partes menos a donde estaba él. Lewis lo miraba de reojo preguntándose para que habían salido. Parecían ir sin rumbo por las calles de la universidad, metidos en esa burbuja que todas las demás personas tenían el hábito de dejarles cada vez que andaban juntos. Finalmente Max abrió la boca, a pesar de la atmósfera pesada su voz trato de sonar casual.

—¿Quieres hablar de algo? ¿O quieres ir a alguna parte?

Lewis sacudió la cabeza de un lado a otro. Max volvió a desviar la mirada.

—Háblame de ti. -Insistió.

—¿Para qué?- Finalmente oyó la voz de Lewis, como un murmullo.

—Quiero saber más de ti. Simplemente.

—¿Ahora?

—Sí, ahora. ¿Cuál es tu apellido?

—¿No lo recuerdas?

—¿Me lo dijiste?

Lewis rodó los ojos.

—Cuando me presenté. Pero alguien se tomó la molestia de interrumpirme para aclararme un par de cosas, como que no le gusta que le digan Verstappen y sobre cómo comportarme en la habitación. Ah, cierto... y que no hiciera cosas tiernas.

El anexo; Lewstappen. AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora