El anexo; Lewstappen. AU

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A medida que caminaban hacia el edificio de los dormitorios la atmósfera entre ellos se tornaba cada vez más tensa. Lewis no dejaba de mirar a los demás chicos: Charles caminaba con la cabeza gacha y las manos en los bolsillos, Checo miraba hacia adelante, inexpresivo. Carlos conversaba en voz baja con Lando y Oscar caminaba junto a ellos dos sujetando la sudadera de Lando. Pero de todos ellos el que más le preocupaba era Max quien caminaba a su lado en silencio. Nunca había visto esa expresión en su rostro, quería preguntarle sobre lo que sea que le había sucedido pero no se atrevía. Algo le decía que tenía que ver con la razón por la cual todos se apartaban a su paso y hacían comentarios sobre él. Sabía que era un tema sensible y por mucho que le carcomiera la curiosidad no era algo sobre lo que podía conversar fácilmente con él.

Se detuvieron cuando llegaron a la entrada de los dormitorios. Toda la actividad que allí había pareció detenerse en ese mismo instante. Los demás estudiantes solo los miraban en silencio. Se trataba de todo un acontecimiento: frente a ellos se encontraban los siete estudiantes del anexo.

Checo fue el primero en romper la inercia, adelantándose y caminando hacia las escaleras. Los demás lo siguieron tratando de lucir tan resueltos como él, excepto por Charles, cuyas pisadas eran lentas y pesadas mientras su mirada se perdía en algún lugar del suelo. Lewis lo notó y tiró levemente de la manga de su suéter llamando su atención para que no se quedara atrás. Checo los miró, Max también, pero ninguno dijo nada. Llegaron al tercer piso y se adentraron en el pasillo. El ambiente aquí era muy distinto a los otros pisos. Más que curiosidad los chicos de aquel piso parecían desprender hostilidad. El baño se encontraba al final del pasillo y justo en la puerta había una persona de pie con los brazos cruzados que les cortaba el paso. A medida que habían ido avanzando, los demás estudiantes habían salido de sus habitaciones y se habían colocado detrás de ellos. Como resultado los siete habían quedado acorralados en medio del pasillo. Max se había parado frente a ellos, empujando suavemente a Checo que hasta ese momento iba a la cabeza. El chico que estaba frente a la puerta del baño finalmente alzó la vista y encaró firmemente a Max.

—Te estoy mirando y aún así no puedo creer que te hayas atrevido a mostrar tu cara por aquí.- lo miraba directamente a los ojos, desafiante. Era más alto que Max. El tono de su voz también era amenazante. Claramente no estaba allí para darles sus cordiales saludos. Los demás retrocedieron un poco, dándoles su espacio. Solo Lewis permanecía en su sitio, sin entender absolutamente nada pero sin alejarse de Max.

—¿Qué quieres, Ocon? Llevaba casi dos años sin verte la cara. No necesito verla ahora.

—Veo que tu lengua aún está demasiado afiladita. Tienes bastante descaro al aparecerte aquí, tan fresco, después de lo que hiciste.

Max alternaba su vista entre aquel chico y la multitud que se había reunido detrás de ellos, al mirar hacia atrás notó que Charles estaba casi temblando, con los brazos cruzados y encajándose las uñas en los antebrazos. Se giró y volvió a encarar a Ocon.

—No vine a buscar ningún problema contigo. Solo necesitamos usar el baño.

—¿Con que necesitan usar el baño?- el chico avanzó un paso hacia Max y le preguntó en voz baja, cerca de su oído—¿sabes cómo tenía que ir al baño John después que terminaste con él? ¿Lo sabes?... Por supuesto que no lo sabes. No sabes nada de él.

Max no retrocedió ante su avance y le contestó mirándolo fijamente.

—Solo sé que muerto no está. Creo que con eso basta. ¿Hay algo más que debería saber?- el más alto se encolerizó ante este comentario y agarró a Max por el cuello. Lewis intentó separarlos pero una mano de Max sobre su pecho lo detuvo.

—Agradece que no te he ido a buscar a ese anexo de mierda donde tú y la otra puta se están escondiendo y no te he matado a golpes. Te aseguro que ganas no me faltan.