10

254 33 5
                                    

Lewis abrió la puerta violentamente. Tiró la mochila sin preocuparse donde caía y se quitó las botas enojado. Alzó la vista hasta que se encontró con su objetivo.

—¿Se puede saber qué diablos te pasa?

Max no se inmutó ante la actitud de Lewis y se mojó la punta de los dedos para pasar la página de la revista que leía.

—Vaya, vaya... ¡qué actitud!- comentó burlón aún sin mirar a Lewis que recorría la habitación de arriba abajo con las manos en la cintura.

—Mira, no me jodas.- protestó Lewis deteniéndose y mirándolo—me dejaste allí como un imbécil y durante toda la tarde tuve que soportar que me miraran como un bicho raro y que nadie se atreviera a dirigirme la palabra. ¿Y todo por qué? Pues porque el terrible Max me dejó allí personalmente. ¿Sabes lo que estaban comentando? Pues aparentemente soy tu nueva perra. Sí, sí señor. ¡Soy la perra de Max Verstappen!- Lewis abrió los brazos en un gesto desesperado.
—Mi vida en esta escuela se acabó. ¿Oíste? Se acabó, y todo por tu culpa.

—Yo no te puse en esta habitación. De hecho. ¿Cuál es tu problema? Yo solo te ayude. Malagradecido.

—Pues piensa en tu maldita reputación antes de ayudar a la gente. ¿Qué coño fue lo que hiciste para que todo el mundo te odie? ¿Te crees que es divertido? Pues no lo es.

—¿Quieres que te diga una cosa?- Max soltó la revista y se puso de pie, obviamente Lewis había colmado su paciencia—Nada de eso es asunto tuyo.- se acercó a él, lentamente, sin dejar de mirarlo como si estuviera a punto de asesinarlo. Lewis no pudo evitar tragar en seco y retroceder un par de pasos.—Nada de lo que yo haya hecho te importa. Y si dicen que tú eres mi perra, déjalos. No están mintiendo de todos modos.

—¿Estas insinuando...?-

Lewis iba a decir algo pero Max agarró el cuello de su camiseta y tiró de él.

—No estoy insinuando nada. Estoy recalcando los hechos. ¿O después de todo lo que te he hecho lo vas a negar? Recuerda que no estás en posición de negar nada. Recuerda que te tengo agarrado por las pelotas y no te puedes mover.

Lewis lo miró a los ojos con furia pero la mirada de Max era demasiado intimidante como para que la suya tuviera algún efecto. Volvió a tragar en seco. Esta vez sí había conseguido que Max se enojara de verdad. Siendo sincero daba puto miedo. Sentía como si de verdad lo fuera a asesinar allí mismo. Se atrevió a agarrar la mano que tiraba de su ropa y a tratar de aflojarla. Max dejó que retirara su mano, pero no dejó de mirarlo de la misma manera.

—Está bien, Max. Cálmate.- suplicó Lewis con un tono de voz sedoso.
—No sabía que el tema fuera sensible.
La actitud de Max cambió tan rápido que casi hizo que Lewis se volviera a enojar.

—¿Quieres que me calme?- lo miró transformando por completo su expresión.—La verdad es que estoy muy enojado. No sé si me pueda calmar.
Lewis enarcó una ceja.

—Luces bastante calmado ya.

—¿Tengo que volver a agarrar tu cuello?

Lewis se apresuró a negar con la cabeza.

—Entonces supongo que tendré que hacer algo para desestresarme.- dijo acercando a Lewis contra su cuerpo. El británico intentó resistirse un poco pero ya su cuerpo se estaba acostumbrando a la cercanía de Max.

—Fuiste muy rudo hace un momento, Lewis.- comenzó a decirle muy cerca del oído mientras acariciaba la parte baje de su espalda por dentro de la camiseta.—¿Cómo crees que debería ponerte en tu lugar después de hacer algo así?

Lewis se estremeció al sentir su toque y sus palabras. Sin embargo no dijo nada.

—Debería castigarte ejemplarmente. Estas resultando ser una mascota muy rebelde.- se quedó pensativo un rato, aún abrazando a Lewis hasta que finalmente se decidió.—Ven- le ordenó, tirando de él hasta la cama.

El anexo; Lewstappen. AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora