Dos semanas antes del asesinato, Rubén Doblas vio al chico nuevo por primera vez en Assaet High.
Era guapo. Tenía ese andar suave, elegante y elástico que suele caracterizar al atleta natural. Era alto y esbelto. Su rostro delgado, coronado por unos cabellos bien peinados y castaños, exhibía una expresión solemne. Rubén se pregunto entonces si alguna vez sonreiría.Lo estudio con atención y no pudo dejar de mirar sus ojos, oscuros y brillantes.
«Ojos preocupados», pensó.
«Ojos tristes.»Tuvo que parpadear para dejar de examinarme y noto que se ruborizaba.
«¡Valla tontería! ¿Y qué, que tenga unos ojos preciosos?», pensó Rubén ocultando el rostro dentro de su taquilla gris mientras el chico pasaba a su lado.
«¿Por qué me comporto de un modo tan melodramático?»
Dos de las animadoras del equipo de los Leones pasaron junto a él con sus uniformes granates y blancos de falditas cortas. Reconoció a Nia y a su amiga Cristinini. Iban riendo tontamente y dándose juguetones empujoncitos. Rubén se volvió y alcanzo a ver al chico nuevo que desaparecía tras la esquina del pasillo. ¿Habría reparado en él?
No, no creía que lo hubiese hecho.
— Rubén, tienes que vivir la vida — se dijo, murmurando en voz baja.
El timbre que había sobre la fila de taquillas sonó con fuerza, Rubén se estremeció y dejo caer los libros dentro de su armario personal. El vestíbulo del colegio estaba prácticamente vacío. La mayoría de los chicos se encaminaban hacia sus casas o a las tareas que habían conseguido para después del horario de clases.
Rubén deseaba regresar a su casa a fin de preparas para el examen trimestral de sociología. Sin embargo, antes tenía algo que hacer.
Comenzó a cerrar su taquilla y entonces, súbitamente cambio de idea. La abrió completamente y se observo con impaciencia en el pequeño espejo que tenía sujeto al interior de la portezuela. Aliso sus cabellos castaños revueltos con rápidos movimientos de la mano. Y se quitó una mota de suciedad de su mejilla pálida y suave.
Un par de ojos castaños le devolvieron la mirada y se ajusto la camisa azul que llevaba por debajo de una sudadera larga. Era de ligera alta estatura y algo esbelto. Normalmente llevaba muchas capaz de ropa, una encima de la otra, porque era el estilo que más le gustaba. Sin embargo, sus mejores amigas, Irina y Lana, le hacían bromas continuamente acerca de esa afición suya, acusándolo de intentar parecer más grande.
— Los chicos no te prestan atención porque les das miedo — le decía Irina, tomándole el pelo.
A Rubén aún le parecía oír el tono jocoso de la voz de Irina.
— Tienes la figura posiblemente mejor que una modelo y te vistes como un viejo sin hogar.
Irina era naturalmente bella; tenía el cabello algo rubio y un delicioso aspecto físico, típico de animadoras de los equipos deportivos de los institutos y universidades estadounidenses. Y, además, nunca se cansaba de decirle cómo debía cuidar su rostro y vestirse de mejor forma.
Rubén, sin embargo, jamás la tomaba en cuenta. Y, por otra parte, no deseaba en absoluto parecerse a una versión masculina de Irina. Quería ser el mismo... aunque el problema era que no sabía exactamente quién era esa persona que deseaba ser...
« En fin... ¿dónde están ahora Irina y Lana? — se preguntó, echando un vistazo al vestíbulo vacío. Cerró la taquilla de golpe —. Tal vez ya estén esperándome en el despacho del señor Llanos. Quizás hayan comenzado a contar el dinero sin esperar a que yo llegue. »
Rubén se puso a correr hacia las oficinas del director situadas en la parte delantera del edificio. Dos profesoras iban en su misma dirección, abotonándose los impermeables y encaminándose hacia el aparcamiento.
Desde el gimnasio, en un nivel inferior del edificio, le llegaba el sonido apagado de los «hurra» y canciones de las animadoras al entrenarse.«Espero que podamos contar el dinero con rapidez — pensó Rubén —. Tengo mucho que estudiar en casa esta noche.»
Él y sus dos amigas se habían hecho cargo del comité organizador del baile del colegio. Y ahora tenían que contar los ingresos y entregarle la recaudación al señor Llanos, el nuevo director.
Había mucho dinero que contar. El baile había sido un verdadero éxito. Un éxito financiero, claro, y no un éxito personal, reflexionó Rubén con cierta amargura.
Irina y Lana, sus amigas más íntimas, habían acudido escoltadas casa una por una chica. Irina apareció en el baile con Mafer, como era lógico, ya que llevaban varias semanas saliendo juntas. Y Lana, por su parte, llegó acompañada de su novia, Sara.
Rubén avanzo por el pasillo y suspiro profundamente cuando, al final del corredor, avistó la puerta del despacho del director. De los tres, él era el único que no tenía pareja. De todos modos había ido al baile. Tenía que hacerlo ya que era uno de los encargados de la organización.
Bailó con unos cuantos chicos, pero no se la paso nada bien. Observo a sus amigas, Irina y Lana, divirtiéndose con sus novias, y tuvo que combatir heroicamente el agudo sentido de celos y soledad que lo invadió.
Eso había sucedido la noche del sábado y ahora era ya el lunes siguiente. «El primer día del resto de mi vida», pensó Rubén. Fuera lo que fuese lo que aquella frase significará.
Paso junto al cartel fijado en la pared que rezaba «IBAI LLANOS, DIRECTOR»; abrió la puerta y entro en la oficina exterior se las dos que ocupaba la dirección del colegio.
— Lo siento, se me ha hecho tarde, chicas...
Pero interrumpió sus disculpas en cuanto comprobó que la oficina estaba vacía.
¿Dónde estaban Irina y Lana?
Avanzo hacia el despacho interior. La puerta estaba ligeramente entreabierta y la luz encendida.
— ¿Hay alguien aquí?
No obtuvo respuesta.
«Apuesto lo que sea a que Irina está por ahí afuera, paseando con Mafer — pensó Rubén —. Tal vez incluso le haga llegar tarde a su taller de diseño.
» Pero... ¿dónde está Lana? No puede estar con Sara. Sara tiene un trabajo cuando sale de la escuela.»
Rubén echó un vistazo al gran reloj de pared. Eran casi las tres menos cuarto. Se llevó las manos a la cabeza, se aliso su cabellera castaña y a continuación sacudió el pelo para darle un tanto de volumen.
De repente la puerta que daba al vestíbulo se abrió de golpe y Lana se precipitó en el despacho. Era una guapa de tez pálida de aspecto llamativo.
Sus cabellos largos y lustros brillaban bajo la luz del techo con un matiz rubio y algo castaño. Sus ojos refulgían de excitación.
— ¿Has oído las noticias? — le preguntó a Rubén sin aliento —. ¡Luzuriaga ha roto con Álvarez!
— ¿Ah, sí? — exclamó Rubén, boquiabierto —. Pero si estuvieron toda la noche durante el baile del sábado. ¿Dónde has oído ese rumor?
— Acabo de hablar con Luzu — dijo Lana, echándose la cabellera hacia detrás de los hombros, sobre su jersey color verde lima —. Está muy decepcionado, pero no sé encuentra demaciado mal. Dice que continúan siendo amigos.
Rubén asintió con expresión pensativa.
— ¿Cómo haces para enterarte de todo cuanto sucede antes que el resto de nosotros?
— Bueno, es muy fácil enterarse de las cosas antes que tú... — bromeó Lana —. ¡Tu nunca sabes nada!
Rubén se obligó a dedicarle una media sonrisa muy poco sincera.
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𝐓𝐡𝐞 𝐍𝐞𝐰 𝐆𝐮𝐲 ¡! [Ruborn]
FanficCuando el guapo y misterioso Reborn llegó a Assaet High, todas las chicas querían salir con él, incluso aquellas que ya tenían novio. Rubén, Lana e Irina llegaron a hacer una apuesta: ¿quién de ellos conseguiría la primera cita con el chico? Pero en...